Cap35-La Habitación Oscura

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Coraline

Mi cabeza daba muchas vueltas, estaba en una habitación oscura, estaba atada de una silla.

El nudo está bien fuerte, y lo reforzó con otro.

Astuto.

Él está sentado frente de mí.

¿Esperando que?

Si realmente era el desconocido, empezaría un juego retorcido.

– Te crees perfecta, igual que tu madre, nadie sospecharía de su secreto retorcidos– su tono era intimidante.

Contuve una sonrisa falsa– Y si tú eres el desconocido, eres tan igual que nosotras.

– Todavía dudas que sea yo, ¿Eso significa que tú sabes quién soy?

– Tengo mi duda, me confundes

– Solo quiero un nombre.

– Basta de juegos, ¿Por qué no irnos directo?–dije.

Él se acercó– quiero nombre.

– Lo sabía tu no eres el desconocido, no te queda el papel de hombre psicópata.

– No me subestimes, y menos a mí apellido.

– Si, lo sé, lo ví en vivo y directo con Elena ¿Por qué no te muestra?

– JA JA, niña ¡quiero nombre!– él se acercó y su respiración estaba tranquila y la mía acelerada.

– Él apellido García, no te suena, verdad...

– Me descubriste.

– Si, soy lista, me lo dicen mucho, no eres igual que Harol.

– Harol...

– Escucha no...– mi voz se quebró.

– Tranquila, ahora es que empieza el juego.

Su mirada me inquietó, tiene otra vez un pañuelo y me lo acerca a mi nariz.

Nuevamente voy a soñar.

Elena

La habitación estaba a oscuro sus paredes eran de color negro, no hay una cama, no hay mesita de noche, no hay lámpara, no hay nada.

Solo imágenes de mí, de mi familia, de mis amigos y de lo que no me la llevaba bien, algunos estaban marcados con una X de color rojo, paso mis manos por mi boca de lo aterrador que es.

Más de cerca se veían mis ropas interiores colgadas de aquel armario abierto y sin puerta y arriba fotos semidesnuda, mi corazón se agitaba al escuchar el sonido de la puerta, corro para cerrarla cuando…

– ¿Elena porque huyes de mí? Su voz ronca y fuerte.

Estaba en la puerta, no tenía donde huir, doy pasos cortos hacia atrás,
haciendo caer un reproductor, se escuchaban varias voces, era yo cuando hablaba con el desconocido.

– ¿Eres tu? ¿Verdad Harol?

– ¿Por qué piensas que soy yo?

– ¡No te parece poco lo que veo!

– Pero, no hay nada que sea mío aquí

– ¿Qué hay de la cortada en tu brazo? O ¿por qué huyes de los oficiales?

– Eso no significa nada mi amor

– ¿Mi amor?, ¿qué te pasa Harol?

– ¿Y como te llamo?

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