Capítulo 4: Encendemos el fuego

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Al día siguiente en la escuela, cuando vi a Gerard a lo lejos, me acerqué a él para saludarlo. Cuando me vio se sonrojó y trataba de cubrirse con un libro que llevaba en la mano.

- Hola Gerard, cómo amaneciste

- Bien -me respondió con nerviosismo – oye, disculpa si ayer hice o dije alguna tontería, es que estaba, ya sabes...

- Sí, te entiendo -le dije dándole una palmadita en la espalda, aunque el que me mencionara eso me hizo pensar que todo lo que me había dicho anoche no era más que producto de su estado y no porque lo sintiera, lo cual debo admitir me desanimó un poco.

Saludé a Mikey que iba a su lado, pronto Ray nos alcanzó, y nos dirigimos a los salones, le dijimos a Mikey que lo veríamos en el receso, ya que ahora Ray y yo éramos sus únicos amigos en aquella escuela. Cuando llegamos al salón le dije a Gerard que se sentara junto a nosotros para que ya no estuviera solo en aquella esquina, él, algo cohibido aceptó.

A la hora del receso estábamos los cuatro almorzando en el comedor cuando a lo lejos vislumbré a Bert, quien se acercaba hacia nosotros

- Hola Gerard, ayer ya no te vi, te me perdiste de vista -dijo-

- Sí, es que te fui a buscar, pero ya no te encontré

- Está bien, aquí traigo algo para volver a ponernos como anoche, ¿vienes? – Gerard nos miró, no dijo nada, se levantó y se fue con Bert, iba a detenerlo, cuando Ray me tomó del brazo

- Déjalo Frank – él sabía que no debía hacer algo que molestara a Bert, pues él era de armas tomar, ya que por todos era sabido que aquel que se interponía en su camino se hacía merecedor a una buena golpiza. Sólo vi cómo Gerard se alejaba.

Al paso de los días Ray y yo nos habíamos hecho muy buenos amigos de Mikey, en ocasiones Gerard nos acompañaba, pero siempre llegaba Bert y él decidía irse con él para después ponerse como un idiota, bebiendo alcohol o drogándose.

Sin embargo, en tanto los días pasaban, aquello que sentía por Gerard iba creciendo y me sorprendía pensando en él, en cómo me había abrazado el día de mi cumpleaños, en sus hermosos ojos verdes y sabía que tenía que hacer algo para sacar a Gerard de toda esa mierda, pues no podía permitir que continuara autodestruyéndose al lado de ese cretino y así me costara una buena golpiza, Gerard valía la pena, todo por verlo bien.

***

Una tarde Mikey nos invitó a Ray y a mí a su casa a jugar videojuegos. Nunca había entrado a aquella casa, era sencilla, cálida, la habitación de Mikey estaba en la planta alta y a un costado estaba la de Gerard.

Ray y yo entramos a la habitación de Mikey, ahí estaba un viejo televisor que tenía conectado el videojuego. Bajó por algo de botana y unas bebidas, Ray lo acompañó. Yo me quedé ahí solo, estaba viendo cuáles juegos tenía Mikey cuando escuché risas en el cuarto de al lado.

De un momento a otro entraron Mikey y Ray con tres vasos de refresco y algunos canapés. Las risas se seguían escuchando.

- Es mi hermano-dijo Mikey -está con Bert, parece que se han hecho muy amigos y ya viene muy seguido, siempre trae consigo esa mochila llena de botellas y no sé qué más se meterán, se aprovechan de que mamá trabaja hasta tarde, cuando ella llega Gee ya está ahogado en alcohol e inconsciente, mi mamá cree que está dormido -comentó algo desanimado-.

Yo ya no soportaba aquella situación, ver a Gerard así, destruyéndose, quería hacer algo. Mientras jugaba con Mikey y Ray no podía concentrarme, perdía una y otra vez. Les dije a Mikey y a Ray que iba al baño, salí del cuarto de Mikey, quería ver qué tanto hacían Gerard y Bert en su habitación, sin embargo cuando miré por la puerta que estaba entre abierta, vi algo que me estrujó el corazón, el maldito de Bert McCracken estaba arriba de mi Gee, lo estaba besando en los labios, sentí como las lágrimas querían salir de mis ojos, me cubrí con el antebrazo y de forma silenciosa salí de ahí, bajé las escaleras y salí de la casa de los Way.

The only hope for me is you (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora