CAPÍTULO 8

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Se había despertado hacía unas horas y aunque, despertar con el cuerpo de aquella mujer en sus brazos había sido algo maravillosoy comenzó a excitarse de nuevo, incluso pensó en despertarla y volver a disfrutar de aquel cuerpo increíble y del gozo que había experimentado con ella, su mente era un torbellino de pensamientos, de dudas, sospechas y una vorágine de sentimientos estallaron en su interior.

Decidió levantarse, se sirvió una jarra de cerveza y se sentó frente a la mesa observándola mientras dormía.

No sabía qué pensar de ella. Había aparecido de la nada, estaba seguro de que era alguien enviado por los Campbell. Por esa misma razón la había reclamado como suya. Primero para comprobar si al llevarla con él, alguien se interponía y les hacía revelar la posible emboscada que le hubieran podido preparar. 

Y si su misión era seducirlo, los engañaría pensando que lo había conseguido y estaría atento a cada uno de los pasos que ella pudiera dar. Para descubrir qué era lo que querían averiguar.

Era absurda la farsa de no recordar nada de su pasado, pero el dolor que vio en sus ojos, el miedo y la desesperación en su voz, lo hacían dudar. ¿Podía alguien mentir de aquella manera?

Incluso su negación a ser suya. Si la habían mandado para acercarse a él, meterse en su cama y sacarle información sobre el clan Mc Lein, al cual, él pertenecía o a los jacobitas, razón por la que se encontraba en aquella granja, para recoger las armas que llegaban a través del mar, que se encontraba a algunas millas de donde  estaban. Si era así, ¿Por qué se negaba tan fervientemente a ser suya? Cuando debería haberse mostrado complacida por conseguir su cometido. ¿Podía tratarse de una estrategia?

No estaba seguro, las dudas le hacían dar  vueltas una y otra  vez a todo aquello.

Y el deseo abrasador que había despertado en él, no ayudaba a aclarar su mente.

Jamás había sentido algo parecido. Para él las mujeres no habían sido más que una diversión. Alguien con quien saciar los deseos carnales de ambos y nada más. 

No iba a casarse. No necesitaba herederos que perpetuasen un título del que carecía. Y sobre todo no confiaba en ninguna mujer.

Su padre era el fiel reflejo de lo que ellas podían hacer con un hombre. Su madre les había abandonado hacía ya varios años y el sufrimiento y la humillación de este, lo habían convertido en lo que era en esos momentos. Alguien amargado que buscaba consuelo en una botella, para la continua vergüenza de su hijo. Él jamás pasaría por algo así.

Miró nuevamente el rostro de aquella mujer que dormía sobre su jergón. Y algo se movió en su interior. Volvió a excitarse. Y maldiciendo, se puso en pie y salió de aquella habitación.

El sol comenzaba a calentar cuando regresó a la cabaña. Pero se detuvo tras un gran árbol, al ver como ella salía cubierta con su tartán y comenzaba a caminar hacia el lugar donde la había encontrado. Decidió seguirla y la rabia comenzó a apoderarse de él al darse cuenta de que por un instante había dejado a un lado su instinto, dudando de que ella no era más que una traidora.

Seguramente iba a reunirse con quien la había enviado, a dejarles alguna misiva, para indicarles que había conseguido su objetivo y lo había seducido.

Recordar como se había entregado a él, sus gritos de placer bajo su cuerpo. ¡Todo había sido fingido!

Tuvo que pararse y respirar varias veces para intentar calmarse. Si no lo hacía iría tras aquella pequeña perra, y la mataría con sus propias manos, sin conseguir ninguna respuesta. Pero solo sentía una rabia ciega royendo sus entrañas al pensar que había fingido en sus brazos, que todo había sido mentira cuando él jamás había sentido un placer igual. Pero lo que lo enardecía era que aquello lo había hecho desear estar equivocado sobre ella, lo había deseado con todas sus fuerzas y por esa razón surgieron sus dudas.

HALLANDO EL AMOR #COMPLETA#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora