CAPÍTULO 11

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-Buenos días. ¿Cómo te encuentras?- Preguntó Andrew, cuando notó que Emma se movía a su lado.

-Bien- contestó esta dándose la vuelta y poniéndose cara a cara frente a él- Hoy tendré que hacer varias llamadas y ver como están las cosa- se pasó la mano por su cara- pero no quiero hablar del tema.

Andrew acarició su brazo con sus dedos.

-Lo entiendo. En lo referente a ayer vuelvo a pedir disculpas. Y por venir de madrugada.

-No te preocupes. Ha sido agradable dormir contigo.

Él se acercó y le dio un leve beso en los labios.

-Lo mismo digo. Aunque he tenido la sensación de estar durmiendo con un osito- Dijo riendo al hacer referencia al pijama esponjoso que ella llevaba.

-Sí, es súper mullidito. Me encanta- Rió ella a su vez- Anoche antes de dormir dijiste algo en gaélico- Vio en los ojos de él algo parecido a la vergüenza y por su respuesta estaba claro que no había pretendido que ella lo escuchase.

-Nada, simplemente me disculpaba- Contestó.

Algo le decía que no era cierto, pero prefirió no insistir. Pero algo había cambiado, creando un poco de tensión entre los dos. Lo sentía incómodo. Se sentó en la cama.

-Creo que debería intentar poner mi vida en orden y conseguir entender todo este embrollo con mi ex. -El ambiente entre ellos había cambiado y sacar el tema de Héctor tampoco ayudaba. No entendía que había pasado. Pero tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparse ahora también por eso.

Esto no era más que una relación pasajera, si podía llamarse así y se estaba complicando demasiado.
Sabía que tendría que hablar con Andrew también, pero no le apetecía en absoluto. Parecía que en un principio, ambos tenían claro que aquello no era más que sexo, solo diversión, pero el enfado de él al enterarse de que tenía pareja, sumado a la intimidad de haber dormido juntos, la tenían descolocada.

-Sí, creo que es mejor que me vaya- Dijo este saliendo de la cama y cogiendo su bata- Llámame si me necesitas- anotó su teléfono en un papel sobre el escritorio.

Emma asintió y lo vio salir.

Se dejó caer nuevamente sobre el colchón. Sus propios sentimientos la tenían confundida. Se sentía enfadada, decepcionada, pero no desolada como pensaría que estaría después de haber tirado ocho años de su vida a la basura, viviendo una absurda mentira. Quizás había aceptado durante el tiempo que llevaba allí, que su relación con Héctor se había acabado. pero la verdad es que no había pensado demasiado en el tema. Simplemente había dejado pasar el tiempo, creyendo que en algún momento él se pondría en contacto con ella. Pero había estado demasiado ocupada con el trabajo, el libro y con aquel escocés pelirrojo, para preocuparse por nada más.

Pero jamás imagino que la traicionaran de aquella manera. Y si era sincera con ella misma, debía reconocer que esa era la verdadera razón por la que se sentía dolida.

Durante cinco años había adaptado su vida a las exigencias de Héctor, para formalizar su relación y crear una familia. Y prácticamente un mes después de que ella viajase, lo hacía con otra mujer.

Debía llamar a sus padres. Si no habían contactado con ella era porque no habían leído la noticia y no quería que se enteraran de aquella manera.

Y así lo hizo. Una hora después de asegurarles a sus padres que se encontraba bien y haciéndoles creer que su relación con Héctor hacía varias meses que estaba rota. Colgó.

Después llamó a Inés. La cual le explicó que el día anterior había llegado a su buzón la llave del apartamento de Emma junto a un ejemplar de la revista. Y por eso la había llamado, pensando que había sido ella quien le había dicho a aquel capullo, que dejase la llave en el buzón de su amiga. Y tras soltar miles de los acostumbrados insultos que Inés solía dedicarle al ex de su amiga, añadiendo unos cuantos más a la lista por la actual situación, y asegurarse que Emma se encontraría bien, ya que esta no quería regresar y a ella se le hacía imposible viajar en aquellos momentos. Pues era tatuadora y tenía muchísimo trabajo pendiente, además de una convención a la que debía asistir. Cortaron la llamada.

Inés tenía razón. No era más que un cobarde, Pero nada de eso importaba ahora. Al menos el no haber estado viviendo juntos tenía algo bueno, pues no tendría que pasar por el mal trago de verlo para recoger sus cosas. Pero se sentía furiosa por lo fácil que para él había sido acabar con una relación de tantos años. Una llave en un buzón y el titular de una revista,  ponían punto final a una relación que no había sido otra cosa que una gran mentira.

No se molestaría ni siquiera en llamarlo para pedirle una explicación ¿Para qué? No le interesaba escuchar mentiras, escusas y mucho menos reproches, que conociéndolo, seguramente sería lo que obtendría de él.

Se sentía emocionalmente dormida. Quizás aún se encontraba todavía en estado de shock, puesto que  a parte de enfadada y en sobremanera decepcionada, no sentía nada más.

Y entonces recordó el sueño. Por lo visto tanto su subconsciente como su realidad, estaban marcados por la decepción.

Pero el dolor que sintió en el sueño había sido increíble, y lo había sentido en su pecho realmente, hasta que en ese letargo de su subconsciente se había quedado dormida llorando.
En cambio ese dolor ausente habiendo  sido engañado por la persona que  había compartido parte de su vida, le hacían preguntarse que sentía realmente por Héctor. ¿Lo amaba? ¿O simplemente se había aferrado a una relación precisamente, por los años que llevaban juntos?

Decidió darse una ducha y ir a ver a Ailsa. Sumergirse entre los libros de aquella pequeña biblioteca, era lo que necesitaba. Y la compañía de la anciana siempre le transmitía tranquilidad. Al igual que aquel lugar.

-Nighean bheag ( Niña). Tu amor no era ese hombre. Dices que llevabas mucho tiempo con él. Pero el anhelo en  tus ojos cuando entraste aquí la primera vez, buscando algo que demostrase que el amor podía existir, me dejo claro que tú aún no lo habías encontrado. Lo harás.

Tomaron el té envueltas en la calma y la magia de aquella biblioteca.

Salió de allí reconfortada y decidida a dejar de buscar más historias de amor. Aquello tampoco estaba dando los resultados deseados, así que decidió que crearía su propia historía.

Andrew a su vez había decidido regresar a Londres. Quizás estaba huyendo, pero necesitaba alejarse de lo que estaba sintiendo. Esa española despertaba sentimientos que no necesitaba en su vida

HALLANDO EL AMOR #COMPLETA#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora