CAPÍTULO 3

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Disfrutaba de las mañanas paseando por las calles de Edimburgo, conociendo su historia, recabando información, visitando sus museos y hablando con la gente para conseguir alguna historia.

Después de comer regresaba a la antigua biblioteca, donde después de cuatro días, había entablado amistad con la mujer que la llevaba.

Al entrar, esta la saludó y se acercó a ella con dos tazas en la mano. Dejándolas sobre una mesa de madera oscura frente dos grandes sillones de piel marrón.

-Preparé un poco de té, antes de que te sumerjas nuevamente en todos esos libros.

-Gracias Ailsa- Tomó asiento a su lado- Tienes unos libros increíbles, pero la mayoría son historias ficticias o con finales trágicos. Espero encontrar algo, aunque creo que me llevará una eternidad.

-No desesperes nighean bheag (niña) Seguro que pronto encontrarás la historia de amor que tu corazón espera.

Dio varias palmadas en su mano y tras beber el té, recogió las dos tazas y fue tras el mostrador.

-Te dejaré con tu búsqueda. No desesperes, todo llega.

Emma se levantó, cogió el candelabro como siempre hacía, para perderse entre todas aquellas historias que había en aquellas estanterías.

Llevaba horas apuntando fechas, nombres, lugares, cuando tras sacar un libro, otro cayó de una estantería superior. Se sobresaltó haciendo que la vela se apagará.

Pero estando en penumbras, le pareció que aquel libro tenía luz propia. No era que brillara, ni estuviera envuelto en un haz luminoso. Era que mientras todos los demás libros que se encontraban por el suelo, bajo la escasa luz que había, solo podía ver sus cubiertas oscuras, en este se podía distinguir cada pequeño detalle, cada inscripción dibujada en su encuadernación de cuero marrón.

Se agachó a recogerlo y se apartó rápidamente al sentir calor emanando de él.

Sacudió la cabeza.

-Emma estás desvariando- Se dijo en voz baja. Esta antigua biblioteca, el aura que la envuelve, te está haciendo perder la cabeza.

Y volvió a agacharse decidida a recogerlo, esta vez al poner su mano sobre él, no sintió nada. Se convenció a sí misma que todo había sido producto de su imaginación.

Acarició el cuero y aunque un poco desgastado por el paso del tiempo, era un ejemplar increíblemente  bello y antiguo. Recorrió con su dedo las letras doradas de la portada.

Estaban escritas en un idioma que no conocía. Gaélico seguramente.

Su interior estaba escrito en el mismo idioma y letras también doradas. Con una escritura muy elaborada. Se había utilizado distintos colores al principio de cada una de las páginas. Era un libro espléndido.

Se dirigió con él hacia los sillones donde había tomado el té con Ailsa, encendió la vela, e inspeccionó nuevamente el libro.

Leyó en voz alta el título.

-Lorg gaol

La anciana al escucharla salió de detrás del mostrador y se acercó a ella.

-Amor encontrado- tradujo.- Es gaélico.

-Lo imaginé- Siguió pasando sus dedos por aquellas letras.

Ailsa  tomó asiento a su lado.

-Este libro tiene una leyenda tras él.

Al ver la mirada ilusionada de Emma continuó hablando.

-Según dicen en toda Escocia e Irlanda solo hay cuatro ejemplares. No es un libro fácil de encontrar. Pues solamente podrán verlos las personas que estén predestinadas a estar juntos y que lean el libro al mismo tiempo. Él las unirá haciendo que su amor sea algo mágico para toda la vida.

-Acabo de encontrar mi historia. ¿Por qué no me lo habías contado antes?

-Ningtean bheag (niña) no era yo quien debía hacerlo. Era el libro quién te lo tenía que mostrar. Tenerlo ahora en tus manos muestra que estás preparada.

Emma la miró sorprendida, o sea que si no hubiese encontrado el libro, no hubiera sabido nada de aquella historia, aunque Ailsa la conocía. No entendía nada. Pero bueno Escocia era un lugar lleno de supersticiones, leyendas y tradiciones y eso era parte de su encanto.

-Pero está todo en gaélico. ¿Me ayudarás a traducirlo?

-No heaghean bheag- volvió a utilizar aquellas palabras para referirse a ella.- Encontrar ese tipo de amor es un camino que debes emprender tú sola. Léelo y él te mostrará el camino para entenderlo.

Y sin esperar que ella preguntara nada más, se levantó, dejándola allí sola con miles de preguntas en su cabeza.

Miró al exterior, se dio cuenta de que estaba anocheciendo. Dejó el libro sobre la mesa y se dirigió a colocar en su lugar los que había dejado en el pasillo.

Se despidió de Ailsa, cogió su bolso y tras ponerse su abrigo, cogió el libro y salió de allí apretándolo contra su pecho.

Sabía que había encontrado la historia que estaba buscando. Aunque tuviera que traducirlo y aquello  supusiera un gran trabajo. Estaba entusiasmado por su hallazgo.

Mientras caminaba decidió llamar a Héctor. Había comprado un móvil nuevo, ya que el antiguo no había podido recuperarlo.

Sonó varias veces pero este  no contestó.  Le dejó un nuevo mensaje de voz. Esperando que esta vez se pusiera en contacto con ella.

-Héctor, no sé cuántos mensajes te he dejado. No contestas a mis llamadas. ¿Se ha acabado realmente? ¿Piensas dejar esto así? ¿De verdad te importo tan poco, que no piensas hablar conmigo? No voy a volver a escribirte, ni llamarte. Si no recibo ninguna respuesta por tu parte, tendré claro que esta relación se ha terminado.

Colgó. Estaba triste, enfadada.

¿De verdad había perdido ocho años de su vida? ¿Cómo era posible que porque ella había querido hacer aquel viaje, todo se acabara? Él viajaba continuamente. A los dos años de estar juntos, se enteró de que había tenido un encuentro con otra mujer  y tras una gran discusión y estar a punto de dejarlo, la convenció de mantener una relación abierta. Les haría no caer en la rutina en la que se encontraban miles de parejas y afianzaría su confianza, puesto que no tenían que ocultarse nada.
Quizás en un principio tuvo dudas, pero las dejó a un lado. Quería estar con Héctor y si él volvía, era porque con la que quería estar realmente, era con ella. No importaba con quien se acostara. Era  a ella a quién quería. Se convenció de eso. 

Pero mientras callaba a sus escarceos, se daba cuenta de que cada vez que salía, conocía gente nueva, o quería hacer algún viaje, él siempre encontraba la manera de hacerla cambiar de opinión.

Ahora comenzaba a darse cuenta de eso, de cómo la había separado de amigos, de nuevos proyectos de trabajo. Siempre con la excusa de afianzar su relación, de que era lo más conveniente para crear una familia que nunca llegaba. Hasta este momento que ella había decidido pasar por alto su exigencia y ¿todo se había acabado?

Su cabreo estaba en su punto más álgido cuando llegó a la habitación. Tiró el bolso sobre la cama. Cerró de un portazo y dejó el libro sobre el escritorio.

Se dirigió al lavabo, se daría una ducha e intentaría calmarse.

Pidió  que le subieran la cena, pues tenía trabajo que hacer y debía enviarlo. Pasó dos horas leyendo las dudas de sus lectores y contestando. Tras acabar, lo envió y cerró el ordenador. Estaba aún con el albornoz puesto. Se levantó y se estiró, aliviando un poco el dolor de espalda.

Pensó durante unos segundos en la posibilidad de bajar a la discoteca del hotel a tomar algo y quizás a encontrar a alguien con quien disfrutar de su relación abierta, cosa que nunca había hecho.

-¡No quieres una relación abierta Héctor! ¡Pues  que así sea!

Se dirigió al armario y sacó uno de los vestidos que se había comprado. Un vestido negro no demasiado corto, pero con un pronunciado escote en V, era algo que no usaría normalmente y eso precisamente fue lo que la animó a comprarlo. Se puso los zapatos de tacón de vértigo, que también compro por ese motivo y tras dar varias vueltas a la habitación para acostumbrarse a ellos, cogió su bolso y salió.

HALLANDO EL AMOR #COMPLETA#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora