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Era un día tranquilo en la ciudad de Yokohama, el cielo azul y las nubes corriendo ligeramente por la fresca brisa del momento hacían de ese un gran día

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Era un día tranquilo en la ciudad de Yokohama, el cielo azul y las nubes corriendo ligeramente por la fresca brisa del momento hacían de ese un gran día.
Un hombre de cabellos platinados caminaba sereno por las calles de la ciudad, cruzo algunas calles y luego entro a un callejón para llegar a su destino.
Un restaurante oculto, con una imagen algo discreta y poco llamativa era el lugar en el cual entro el hombre mayor, al ingresar noto a un hombre de cabellos negros vestido elegantemente y junto a él a una pequeña niña rubia, tambien se encontraba una mujer de cabellos rojizos con su abanico en mano.

—Mori Ōgai...jamás creí recibir una invitación tuya para un lugar como este...

—Tambien estamos muy bien Fukuzawa

—asiente— ¿Para que me has citado?.—tomando asiento junto a los mafiosos—.

—quiero hablar de un tema de suma importancia...como sabras tengo a dos chicos algo rebeldes conmigo

—creo saber a donde va todo esto

—eso nos facilita las cosas Fukuzawa—guardando su abanico— porque queremos ponerle un alto a esos chicos

—viendo espectante a la mujer—.

—roto, por completo...estaba hecho trizas

—Kōyō solo es maquillaje

—doctor lolicon, el maquillaje de una mujer es importante...¿O acaso olvidaste como Akutagawa y ese chico tigre le tiraron su helado a Elise-chan el otro día?

—....

—ya entiendo, todo esto es por las pequeñas peleas callejeras de esos cuatro ¿Verdad?

—¿Pequeñas peleas callejeras?.—hablaron ambos mafiosos al mismo tiempo—.

—La otra vez Kunikida me habló que Dazai y Atsushi se metieron en una pelea con Nakahara y Akutagawa...al parecer peleaban por el ultimo frasco de café en el supermercado

El silencio reino en el lugar y luego salió la idea.

—...¿Y si los encerramos?

—Kōyō, ¿Quieres que se despedacen entre los cuatro?

—podríamos mandarlos como una orden

—si van con la idea que es una orden de nosotros no podrán desbedecer ¿Verdad?

—Fukuzawa-dono, tambien piensas como Kōyō...y su idea no suena tan mal...entonces cuenten conmigo para llevar acabo esto y ponerle fin a sus peleas

—entonces ya esta decidido...más les vale a esos cuatro llevarse bien o personalmente me encargare de hacer una alfombra de tigre, un perchero, deshacerme del desperdicio de vendas y tener un perro de mascota...

—ambos hombres veían a la mujer con algo de miedo por lo dicho anteriormente y una niña solo se mantenía sentada ordenando al camarero todo lo que le llamaba la atención del menú—.

Una Convivencia PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora