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No era de esperarse que tarde o temprano llegaría el Shin Soukoku en busca de asilo por las peleas constantes entre Dazai y Chuya. Y ahí estaba el chico azabache en medio de Tachihara y Gin cruzado de brazos.
—tres son montón
—cállate chacaloso, esta es mi casa
—lo mira de forma seria—.
—Gin, ya te dije que solo voy a estar aquí hasta que Dazai-san y Chuya arreglen sus problemas
—siempre están peleando, ¿No se cansan?
—es su actividad favorita
—entiendo que Dazai es irritante pero Chuya-san es mayor, debería dejarlo pasar...aun que con ese carácter en un cuerpo tan pequeño es necesario que expulse su coraje
—asiente—.
—¿Y porqué pelearon? No me digas...¿Por quién tiene la razón en un debate?
—jugaban Uno...
Flash Back...
Dos chicos estaban sentados juntos viendo varias cosas volar de un lado a otro, incluso debían agacharse con tal de que no les dieran con la mesa o en el caso de Akutagawa que rompía los objetos con ayuda de Rashōmon con tal de no salir herido, aun que eso ya estaba siendo agotador, pues el pelinaranja sin duda no dejaría que el castaño se saliera con la suya.
—¡Te dije que leyeras las reglas del puto juego!
—¡Si las leí mendigo gnomo de jardín!
—¡Gnomo de jardín tu abuela!
—¡Con mi abuela no te metas!
—le susurra a Akutagawa— ¿Tiene abuela Dazai-san?
—no....creo que no
—los mira— ¿Y las momias de Egipto a poco no cuentan?
—Esos son mis tatarabuelos chaparro idiota
—deja de desquitarte con mi altura pariente de Gandalf
—¿Cuál altura?
Y los objetos voladores volvieron a hacerse presentes, las cartas del juego salían volando y esta vez una mesa fue lanzada a Jinko.
—picando con el pie a Atsushi— ¿sigues vivo?
Le pasa por encima una silla.
—ahí quedó...—toma de una pierna a Jinko y se lo lleva a rastras—.
