|| Final abierto ||

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N/A: Capítulo Final de la obra.

Quien diría que convivir con tus rivales podía ser muy divertido

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Quien diría que convivir con tus rivales podía ser muy divertido. Para cuatro personas que se odiaban por ser de diferentes bandos, resulto ser todo un reto el volverse compañeros de cuarto, iniciando por las diferencias al momento de resolver problemas, pero más que resolver, ellos mismos los causaban, desde pequeñas discusiones hasta dejar que casi los maten en sus misiones.

Los jefes de ambas organizaciones se juntaron para discutir lo problemáticos que podían a llegar a ser sus subordinados, parecía una pelea de perros contra gatos, pero cuando se proponían a colaborar, llegaban a ser un equipo totalmente indestructible, ellos mismos eran los que se ponían las trabas para progresar, pero eso no los detenía cuando se trataba de proteger su "amada ciudad", tal vez el mayor reto era proteger la ciudad de ellos mismos.

Iniciaron descoordinados al momento de convivir, sobre todo a la hora de repartirse las labores de la casa, en especial por Dazai...

Un castaño terminaba de tomar su limonada, cuando un chico pelinaranja entraba al lugar con unas bolsas del mandado.

—idiota, ¿Hiciste lo que te pedí?

—hasta la duda ofende ChuChu

El mencionado miro a su al rededor para asegurarse que el castaño haya hecho su parte y para su sorpresa, el lugar estaba totalmente limpio.

—wow... Me sorprendiste esta vez, supongo que debo felicitarte

—exactamente

El de baja estatura iba a felicitarlo, de no ser por dos chicos que regresaban con una escoba, trapos, cubetas y trapeador.

—Dazai-san ¿Esto cómo ayuda de entrenamiento?

—muy fácil Atsushi-kun, el maestro Miyagi enseñó así a Daniel-san karate 

—eres un hijo de...

Cada quien se las ingeniaba para sobrevivir en esa casa, sobre todo por los regaños del pelinaranja, quien al parecer, podía llegar a ser el más responsable cuando quería, por que había veces en las que él causaba el desastre.

—¿Por qué la casa esta patas arriba?

—Dazai-san tiro los sobreros de Chuuya-san

—...¿Y...?

—y Chuuya-san amarró a Dazai-san con sus propias vendas y le esta pegando como piñata mexicana haya afuera...

Señaló al patio, donde se podía ver claramente al castaño girando colgado del árbol por los golpes que le daba el pelinaranja con el palo de escoba.

Aun que las peleas entre ambos mayores parecían ser diarias, los menores también tenían sus propias peleas, sobre todo, infantiles, era como cuidar a dos niños que querían la atención de sus responsables.

Una Convivencia PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora