Siete

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Sus manos estaban coladas en los costados de la chica, mientras sus labios atacaban el cuello dejando besos húmedos y una que otra mordida sobre sus hombros, que posiblemente, será evidencia de lo estaban haciendo en ese preciso momento. Los chasquidos de los besos y los jadeos de Lía eran los único que se escuchaba en la habitación con claridad, el ruido de los autos y las voces de las personas quedaron en la lejanía. Sintió como unas cálidas y delgadas manos cometieron allanamiento adentrándose bajo su playera, sin aviso y sin permiso, aunque en realidad no importaba, él se estaba devorando a la chica.

Su cadera empezó a moverse contra la pelinegra, simulando embestidas. Por los sonidos extraños de excitación que soltaba Lía con conforme seguía haciéndolo, sabía que lo estaba disfrutando.

Pero él no.

Para variar, ni sabía por qué estaba haciendo eso, no tenía planeado llegar a más con Lía, solo estaban teniendo un buen faje en la habitación de ella mientras sus padres no estaban.

Solo un buen faje y ya.

Sin embargo, creía que tampoco iba a lograr ese buen faje, ya que en su mente atacaba la fuerte imagen de un chico castaño con una sonrisa encantadora, que sus ojos le recordaba a un gatito y sus dientes frontales a un conejito. Hace días que no podía sacar de cabeza a aquel niñero, más bien, desde que lo conoció pero ahora era más fuerte, ahora ya no podía controlar sus sentimientos al cien porciento. El plan de sus amigos había fallado rotundamente.

Separó sus labios de Lia bruscamente haciendo que ella lo mirase con extrañeza, estaba confundida, Jisung se maldijo así mismo, ahora de seguro la chica estaba pensando qué había hecho algo mal, cuando en realidad, ella no ha hecho nada malo. Se quitó de encima sentándose en el colchón, la pelinegra lo imitó sintiendo algo de inseguridad por el repentino comportamiento de Jisung.

-¿Hice algo mal? -dijo tímida. -¿Hice algo que no te gusto? Dime, yo puedo-...

-No, tranquila, no es eso -se rascó el hombro mirando a la chica con soslayo. Realmente no quería ella se sintiera mal.

-Entonces ¿Qué pasa? -inquirió la pelinegra.

-No pasa nada, solo recordé que tengo cosas que hacer -se inclinó para besar la frente femenina, para luego poner de pie, y tomar su mochila que estaba en un sillón individual que tenía Lía en su habitación. -Te aviso cuando esté en casa. Nos vemos mañana.

La chica se despidió agitando su mano, y así, ver a Jisung salir de su habitación. Aún se encontraba confundida.

Jisung se apresuró a salir de esa casa, no quería estar ahí y quería estar en la suya para poder ver al chico que no salía de su cabeza. Se subió a su auto y prendió marcha.

Al poco rato se hallaba a unos cuantos kilómetros de su casa, antes de estacionar su auto en el garaje, logró visualizar que Minho estaba fuera de su casa con un chico, el mismo que vio días atrás, el que ahora lleva a su niñero a buscar a sus hermanos.

A pesar de que sabía que era un simple amigo, le fue imposible sentir celos. Minho se veía tan cómodo y libre, se notaba la confianza que tenían. Por mucho que quisiera Jisung, ellos no podían tener aquel nivel, su niñero siempre ponía una raya de límite, a lo que éste se conformaba con la confianza de jefe-empleado.

No dudo en bajarse de su auto y dirigirse al par de amigos, ni siquiera se tomó la importancia de guardar su vehículo en el garaje, solo lo dejó estacionado junto al que era del amigo de Minho.
Se detuvo cuando estuvo lo suficiente cerca para integrarse a la conversación, el castaño lo miró extrañado, pues no esperaba verlo tan temprano en casa.

-Jisung, hola -dijo dejando de platicar con su amigo para dirigirse al menor.

-Minho... -hizo un intento de sonrisa honesta para ambos chicos. Luego su mirada se fijó en el chico pelinegro de baja estatura.

Bad Decisions | Chanho + MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora