Dieciocho

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Una semana había pasado.

Una semana que había encontrado a Minho y su papá en una escena comprometedora.

Una semana más sin dirigirle la palabra a Minho.

¿Seguía molesto? Sí, pero, ¿Por qué? Exactamente no lo sabía, Minho no era nada suyo, más que el niñero de sus hermanos, y dentro de lo que cabe, también de él. Minho desde un principio le dió un no, una simple monosílaba que era fácil de entender, pero él no fue capaz de eso.

Estaba frustrado consigo mismo, se ahogó en un vaso de agua, él mismo se creó ideas y se dejó llevar los sentimientos, Lee no mostraba indicios de querer corresponderle, entonces, ¿Por qué le besó? Esa era su duda, el que no estaba totalmente en sus cinco sentidos era Jisung, y no Minho. Pero Minho fue el que aceptó ser besado estando muy bien en sus cincos sentidos.

¿Qué ocurría en la cabeza de Minho?
¿Qué ocurría en el corazón de Minho?

Tenía ganas de ponerse de pie e ir a la habitación de Minho. Suponía que era normal, el reloj de su celular marcaba las tres de la madrugada, era hora en la que la luz de la Luna lo ponía a prueba. Últimamente eso hacía la luna con él, era su compañera y consejera en las madrugadas, incluso su cómplice. Hubo noches en las que Jisung se asomaba disimuladamente en las escaleras para escuchar un poco la conversación entre su papá y Minho. La primera vez, lo tomó de sorpresa, no creía que ellos dos mantuvieran una conversación tan fluida y cómoda, no quiso quedarse a escuchar más, porque bueno, hablaban de cosas cotidianas que a él no le interesaban, regresó a su cuarto, asumiendo que, solo había sido casualidad de que Chan y Minho interactúen, hasta que los escuchó una, dos, tres veces conversando, así conoció un poco más lo que eran celos.

Sin embargo, lo dejó pasar, debido a que sentía como la Luna lo regañaba y se enojaba cuando se escondía de las grises nubes, si la Luna fuera una persona, ella ya le hubiese golpeado por ser un idiota.

La consideraba su amiga, ella siempre estaba ahí junto a él haciéndole compañía, pues ¿Cómo no? Jisung se sentía solo y la Luna estaba sola, una vez le dijo al satélite natural que las estrellas eran unas egoístas en no querer acompañarla, así que él le haría compañía las veces que pudiese.

La idea de ir a la habitación de Minho regresó cuando ya no vio sintió la luz de la luna acariciarle el rostro, unas traviesas e inoportunas nubes grises la taparon, posiblemente amanezca lloviendo. Miró hacia arriba al techo unos minutos, pensando si era buena idea ir a ver a Minho, hay una posibilidad de que esté dormido y no le abra la puerta.

También pensó que con qué cara iría a pararse a la puerta de Minho, sería como el perrito arrepentido con la cola metida entre las patas.

¿Tiene que tocar la puerta, esperar que abra y luego decirle un "lo siento" por ser un idiota?

Retiró la gruesa colcha de su cuerpo, y se sentó para colocarse sus pantuflas azules. Se quedó en esa posición un rato, enterrando sus puños en el colchón mientras esperaba juntar mas valentía. No podía seguir en la misma situación con Minho, ya no más, aquella noche le dolió haber sido cortante con él, no de lo merecía.

Respiró hondo y se puso de pie. Salió de su habitación en dirección a la de Minho, siendo alumbrado por la tenue luz de la Luna. Sintió un alivio de que no hubiese nadie en el piso de abajo. Al llegar a su destino, se quedó observando el rectángulo de madera que estaba enfrente de él, ¿Era momento de tocar la puerta? Sin esperanzas de que sea abierta, tocó tres veces pausadamente. Llevó sus manos hacia atrás y acomodando cada una en su espalda baja, empezó a mecerse de adelante hacia atrás mientras esperaba.

¿Qué le diría si llegase a abrir?

No tenía idea.

No tenía idea cómo iniciar una conversación con Minho.

Bad Decisions | Chanho + MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora