Caperucita Uzumaki (SasuNaru)

Capítulo nueve

- Entonces...- cortó el silencio el Uzumaki. - Eres el lobo de TODO éste bosque.- afirmó más que preguntar, recalcando "todo" para que se diera a entender mejor.

- Lo soy. Yo cuido TODO éste bosque.- respondió siguiéndole el juego.
Pasaron demasiados minutos sin decir palabra desde aquel problemita.
Ambos estaban en un silencio algo incómodo, realmente no sabían cómo comenzar una conversación.

Naruto la última vez que habló de buena manera a alguien, fue a un zorro que lo acompañó al principio del camino.
En tanto Sasuke fue con un tomate.

-<-

Después de media hora, llegaron a la cabaña donde habitaba ese noble y pervertido abuelito.
El tiempo a llegar era de tres cuartos del día, pero por una o por otra cosa, terminó siendo día y medio.

- Tardamos más de lo usual. Espero y el anciano todavía viva.- bromeó el rubio, levantando la llave que se ocultaba por debajo de un tapete de bienvenida.

Sasuke no sabía cómo tomarse esa broma. ¿Odiaba a su abuelo?. Si era así, estaba loco, pero era hermosamente loco, cosa que pasaría por alto.

Ambos pasaron a la cabaña en cuanto Naruto abrió la puerta.
Estaba sucio el lugar, botellas y hojas con bolígrafos esparcidos por todo el espacio.
En tanto a olor, se percibía a puro alcohol, los dos arrugaron la nariz por tan desagradable olor.

- Lamento que la casa esté hecho un fiasco.- se disculpó el rubio.
Sabía cómo era su abuelo, pero pensaba que al menos por ésta única vez estaría limpio y ordenado.

Sasuke solo negó con la cabeza y le dió una pequeña sonrisa, dando a entender que no se preocupara, sonrisa que casi mataba al Uzumaki de un infarto por tan tierno que se veía.

- Iré a buscarlo, ahorita vuelvo.- dijo rápidamente al querer irse y ocultar su gran y obvio sonrojo.
El azabache rió mentalmente, en serio que le era lindo.

-<-

- Ero-ojīchan, ¿dónde estás?.- preguntaba el ojiazul, abriendo la puerta del cuarto de su abuelo.

- ¡Tardaste mucho!.- chilló un peliblanco, lanzándole un peluche de sapo al rostro.

- ¡Oye, no lances a Gama-chan!.- se quejó el Uzumaki. Aunque el peluche no era suyo, lo amaba demasiado.

- ¿Sabes lo que sufrí ayer que estaba muy enfermo?, ¡¿lo sabes?!.

- Perdón, perdón. Tuve unos inconvenientes al llegar aquí.

- ¡No es excusa!. Casi muero, estaba tirado en la cama sin poder hacer mis investigaciones. Kushina me había llamado desde el día de ayer, el mismo día de ayer que enfermé que venías hacia acá, ¡y tardaste otro día para llegar!.- se quejaba como un bebé.

- Lo sé, por eso Okāsan me dijo que te trajera ésta canasta.- se disculpaba el rubio mostrando la canasta que escondía entre su capa roja.

- ¿Qué contiene?.- preguntó mirando la canasta.

- Pan, leche, galletas, miel y sake.

- ¿Sake?. Bien, te perdono. Vamos a la sala.- se levantó de su cama como si nada hubiera pasado.
Naruto era lo suficientemente inocente como para caer en las mentiras de su enfermo abuelito sin darse cuenta, y si lo hacía ya era al final o al pasar del tiempo.

El rubio trataba de procesar todo, pero salió de sus pensamientos al escuchar un grito.

- ¡¿Qué hace él en mi casa?!.

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Oficialmente estamos a la mitad de la historia, wuuuu!.
Al final, les dejaré una sorpresita de ésta misma historia (puede que ya se lo imaginen).

En tanto al nuevo fanfic, el primer capítulo-prólogo está en proceso. Cabe mencionar que será algo extenso –al igual que los otros capítulos– pero como ya saben, es porque las escenas serán detalladas en todos los sentidos.
Cuando sea hora de publicar les daré el anuncio.

Eso es todo. Pasen hermoso día mis panecitos ♡.

Pd. Perdonen si hay una falta de ortografía ;w;

~ Pan_leche