Capitulo Once.

566 52 14
                                    

Una fuerte ventisca de aire y nieve se escuchaba en aquel lugar oscuro, el frio era enormemente fuerte pareciese que estuviera en el polo norte o el sur, un quejido de alguien despertando se escuchó mientras lentamente abrió los ojos y pudo ver el...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una fuerte ventisca de aire y nieve se escuchaba en aquel lugar oscuro, el frio era enormemente fuerte pareciese que estuviera en el polo norte o el sur, un quejido de alguien despertando se escuchó mientras lentamente abrió los ojos y pudo ver el lugar en donde estaba, una bodega hecha de lámina galvanizada.

No se podía mover era por el frio que sentía en sus piernas y brazos, le dolían y ardían a la vez no sabía cómo había llegado ahí solo recuerda un dulce aroma inundando su nariz y boca, un repentino brillo proviniendo de arriba como el de un reflector le ilumino la cara por fin sentía un poco de calor gracias a este.

— Qué bueno que ya despertaste, me estaba aburriendo —una voz rasposa y grabe le hablo desde atrás de él asiéndolo temblar— muy bien Perú ¿qué te gustaría hacer? —

Perú se dio vuelta y se topó con un hombre alto no podía verle bien la cara por la luz del reflector, pero sí pudo visualizar que tenía un gorro de esquí al igual que unos goggles completamente negros, poseía un grueso abrigo para invierno los pantalones del mismo grueso y unas botas todo en tonos negros y grises.

— Es increíble, jamás había estado tan cerca de un country tan pequeño como tu —lo tomo del mentón observándolo de pies a cabeza— ¿cuánto mides exactamente? —le quito la cinta de la boca.

— ¡¿Quién mierda eres?! y ¡¿qué hago aquí!? —el hombre le tapó la boca con su mano.

— Vamos tranquilo no te voy a hacer nada así que no te alteres —dijo con una sonrisa segura acercándose al oído de Perú— bueno eso al menos si el jefe no cambia mis ordenes —le quito la mano de la boca.

— ¿De qué hablas? —trato de levantarse, pero no podía pues aún tenía las piernas débiles.

— No puedo decirte mucho, solo que me mandaron a secuestrarte y retenerte un rato —dijo yendo a sentarse en una silla de metal y de su abrigo saco un cigarro y un encendedor— y eso si no cambia de idea el jefe, si fuera el caso podría hacer lo que sea contigo —encendió su cigarro y comenzó a fumar.

— Y ¿dónde estoy? —movió un poco sus manos para ver si podía deshacer las cuerdas.

— En Alaska —respondió sacando el humo— sigues en tierras de tu noviecito, ¿no es grandioso? —sonrió de nuevo.

— Eso creo... —seguía moviendo sus manos logrando aflojar el nudo.

El celular del hombre comenzó a sonar reviso el contacto y se levantó.

— Ni se te ocurra hacer algo o te ira mal —camino hasta el otro extremo de la bodega ahí se encontraba un interruptor dónde prendió las demás luces del lugar y junto a esto había una puerta de metal que al abrirla dejaba ver un pequeño cuartito.

— Tranquilo yo ya estaría lejos —se deshizo de las sogas y con algo de trabajo se levantó y busco con la vista una forma para salir, vio una salida de emergencia corrió hasta ella, tomo la manija la bajo y jalo la puerta e incluso la empujo, pero estaba cerrada— mierda —

Sin Señal (Countryhumans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora