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ADVERTENCIA: Clasificación +18

NOTAS: Tenzou sale mucho en esta historia y tiene un papel muy importante a lo largo de la trama. Sin embargo, tenga en cuenta que esto es KakaGai/Gaikaka, (incluso si puede parecer que hay un poco de Gai/Yamato por ahí). (Decidí usar Tenzou en lugar de Yamato porque me gusta más como suena).

Son 9 capítulos, pero ya está terminado, subiré uno cada dos días aproximadamente

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Gai sabía que habría consecuencias después de la recuperación por abrir la octava puerta en su última batalla. Había creído que moriría, entonces no hacerlo lo había arrojado directamente a una nueva vida para la que no estaba preparado.

Entendía mucho más de lo que Tsunade creyó que haría y Gai percibió todos esos pequeños cambios desde el momento que abrió los ojos.

Su nueva y precaria habilidad en taijutsu, la poca corriente en su red de chakra, la pierna.

La silla de ruedas.

No necesitaba que un médico le señalara que su vida cambiaría completamente una vez que saliera del hospital. Gai lo sabía mejor que nadie. Lo entendía. Lo aceptaba. Simplemente buscaría una nueva forma de vivir y continuaría construyendo sus sueños como lo había hecho hasta ahora.

Lo que no esperaba era que su vida también cambiaría en otros ámbitos mucho más personales. Incluso si era algo lógico de pensar, probablemente había pasado desapercibido debajo de la euforia de todos sus nuevos entrenamientos y la emoción por haber sobrevivido a una batalla como esa.

— Bueno, Gai — Tsunade barre la mesa de su escritorio con el papel, dando algunos golpes nerviosos y divertidos antes de arquear una ceja en su dirección — Eres joven, no entiendo porque pareces tan impresionado.

Voluntariamente, decide ignorar la sonrisa interesada en Tsunade y baja la mirada a sus pies. El yeso blanco parece brillar esa mañana y Gai parpadea un poco confundido.

— Perdón, Tsunade-sama, pero, ¿esto es necesario?

Tsunade decide reír, asintiendo y pareciendo aún más divertida con la cuestión. Es como si Gai estuviera contando un chiste que no entendía.

— Bueno, lo es, ¿cómo esperas recuperarte entonces? — Su mano con esmalte rojo acaricia la hoja y sus mejillas parecen un poco rojas cuando baja la voz — No es como si pudiéramos ayudarte en ese aspecto.

El rostro de Gai se sonroja gravemente con la línea y sacude las manos delante de él. Afuera algunas aves cruzan la ventana y Gai finge mirarlas para no tener que ver la cara de Tsunade.

— Considéralo una terapia, Gai — el tono serio de un médico profesional regresa a Tsunade en medio segundo — Hiciste toda esa terapia para volver a comer sólidos, para mover los brazos, caminar en un pie, usar la silla de ruedas. Esto no es diferente a un entrenamiento.

La palabra clave es esa y las cejas de Gai se arquean con interés. Podría tener más de treinta, pero todavía era el mismo mocoso que se emocionaba cada vez que alguien lanzaba a la mesa algo ridículamente arriesgado y lo llamaba "entrenamiento juvenil".

La emoción, sin embargo, no dura mucho. Los dedos de Gai se aprietan llenos de sudor en su regazo y necesita tragar cuando habla.

— No sé cómo hacerlo.

Hay un momento de silencio entre sus palabras y la risa de Tsunade que se siente increíblemente espeso y vergonzoso.

Las mejillas de Gai se calientan más, y la risa de Tsunade apenas se controla de ser un ataque de risa cuando aprieta los dientes.

La cosa más humana de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora