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Como cada día de visitar el cementerio Gai se levanta mucho más temprano de lo habitual.

No es algo con lo que los médicos estén de acuerdo, especialmente no cuando Gai insiste en hacer ejercicio después de sus largas visitas al cenotafio (que deberían contar por sí solas como demasiado esfuerzo), pero Gai sabe que puede sobrevivir a eso.

Hacer el recorrido desde su departamento hasta el cementerio es una de las cosas que lo ayudan a pensar. Planear nuevos ejercicios, retos interesantes para Kakashi, comidas nuevas, discursos embriagadores. Recurrentemente piensa en la guerra. Aunque la mayoría de veces solo puede pensar en Neji, TenTen y Lee.

Sin embargo, en esta ocasión, Gai casi está avergonzado con sus propios pensamientos.

Todo lo que está en su cabeza es el asunto de la masturbación. Penes. Hombres. Cabellos claros. Piel pálida. Pubis disperso. Manos entrando aquí y allá.

Resulta difícil concentrarse cuando cruza las puertas del cementerio, lidiando con el pasto en sus ruedas y la imagen grabada de la revista gay en sus ojos que había visto esa misma mañana.

Tenzou había tenido buen gusto con eso. Gai había disfrutado la lectura mucho más de lo que había disfrutado las imágenes de mujeres, aunque incluso con eso no había conseguido una erección.

Ese hecho era lo único que lo mantenía demasiado inmerso en el asunto. Si su padre estuviera vivo correría a contarle su fracaso, aunque sabía que Dai no permitiría que eso consumiera su mente. "¡Siempre mira hacia el frente, Gai! ¡No te des por vencido!"

Así que Gai se anima a sí mismo, dejando flores en la tumba de sus amigos, su padre y Neji antes de salir torpemente por la puerta, sintiéndose agotado y tratando de no desmayarse justo frente a la calle principal de Konoha como si fuera un inútil por completo, ¡lo que no era al menos por muchos años todavía!

Afortunadamente, Gai tiene una estrategia para esas circunstancias y se detiene en la esquina de la construcción, descansado debajo de la sombra de un árbol mientras finge contemplar el vaivén de la ciudad y no tratar de sostener el aire suficiente en sus pulmones para no colapsar en su propia silla de ruedas.

Sabe que si alguien lo encuentra inconsciente a mitad de la carretera notificarán a Kakashi. Gai no esperaba oír su discurso sobre lo irresponsable que era y no estaba demasiado entusiasmado con que Tenzou lo siguiera a todos lados a partir de ahora. O mucho peor, un ANBU.

Afortunadamente la energía de Gai regresa en pocos minutos. Se estaba recuperando rápidamente. Pronto los descansos serían más breves y quizá en pocos meses podría dar una batalla significativa a su Rival y no solo juegos de mesa aburridos, sino un reto de verdad, ¡su sangre ya estaba caliente de solo imaginar febrilmente ese día!

Gai retoma el camino después de unas cuantas respiraciones, impulsándose únicamente por su fuerza de voluntad y su deseo de dormir. Afortunadamente, Tenzou se había ofrecido a comprar la cena para compensar las molestias de la noche anterior (lo que no tenía sentido considerando que incluso había sido amable al lavar los platos), así que Gai no tenía que preocuparse por la cena al menos un día.

El camino a casa es agradable entre las calles de su aldea como lo ha sido desde el día en que nació. El ruido de niños, hojas verdes, viento fresco. Gai había amado este escenario, y si estuviera un poco menos fatigado, lo habría amado ahora.

Sus ruedas se desvían en cambio cuando alcanza la esquina y decide cruzar por el parque, tratando de ahorrar unos pocos minutos para llegar a casa y dormir antes de que Tenzou llegara por la noche, así podría estar radiante y fuerte para mantener una apasionante conversación con su amigo.

La cosa más humana de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora