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La oficina de Tsunade parece mucho más acogedora esta vez. Las repisas llenas de libros siguen igual y afuera de la ventana los pájaros cantan, pero Gai encuentra algo de calidez en el interior.

Tsunade simplemente tararea y escribe distraídamente en su cuaderno, haciendo largas listas de observaciones en su tablero luego de su revisión periódica y los resultados positivos de su tarea encomendada hace un poco más de dos meses.

— Bueno, ahora que la circulación ha mejorado bastante podemos hacer un cambio a las terapias rutinarias — dice ella, azotando su lapicero en la base de su escritorio — Pronto podrás hacer ejercicios un poco más elevados.

La sonrisa de Gai no puede ser más grande, dándole un asentimiento efusivo y un pulgar a medias —. ¡Son unas noticias maravillosas!

Tsunade apenas presta atención a su gesto, buscando un frasco en su cajón superior antes de entregárselo a Gai en movimientos capacitados.

— Necesitaré una muestra para dentro de una semana, cuando el conteo de espermatozoides se regule otra vez — su uña rasca la tapa de plástico para enfatizar — Esperemos que vuelva a estabilizarse después de constante estimulación, así que necesito que lo descargues. Diario.

Los hombros de Gai se cuadran ante la orden — ¡Cuente con ello, Lady Tsunade!

La postura de soldado hace que Tsunade ponga los ojos en blanco juguetonamente, apuntando un par de cosas más antes de formar una sonrisa maliciosa — ¿Y entonces? ¿Cómo le hiciste para recuperarte? ¿Fue fácil?

Los ojos de Tsunade siguen en las letras, aunque Gai no es indiferente al brillo de curiosidad morbosa en su sonrisa chueca y sus ojos.

Probablemente fácil sería la última palabra que Gai usaría para describir su aventura. Habían pasado tantas cosas que era difícil de nombrar. Todos los líos de su mente y su corazón solo habían sido extraños obstáculos. Probablemente una misión suicida en otro país hubiera sido más fácil.

Pero con resultados menos satisfactorios también.

— ¡Encontré lo que me gustaba! — es todo lo que va a decir y Tsunade frunce ante la ambigüedad, sabiendo que no iba a sacar más información de Gai al respecto, renunciando a su deseo por inmiscuirse en su vida privada con un largo suspiro.

— De acuerdo, de todos modos, buen trabajo, tu recuperación es asombrosa, tal vez pronto pueda jubilarme tranquilamente.

Tsunade le ofrece un papel lleno de su información y Gai lo recibe con una sonrisa, leyendo a medias las cosas antes de doblarlo sobre la bolsa de su chaleco.

— ¡Muchas gracias, Lady Tsunade, seguiré esforzándome duro! ¡Tiene toda mi gratitud!

La mirada que Tsunade le da es de ternura y entendimiento, pero jamás fue muy buena para portarse blanda con los mocoso de la aldea de todos modos — Sí, lo que digas, ahora largo, déjame en paz. Ve a buscar eso que tanto te gusta ahora, chico.

Le da un guiño agradable y cómplice que Gai atesora, brindándole un pulgar y una sonrisa antes de deslizarse hacia el pasillo.

Se le estaba haciendo un poco tarde para su siguiente reunión de todos modos, y obviamente no podía faltar.

Tenía que darse prisa.

[...]

El camino a las puertas de Konoha es rápido y Gai apenas se siente cansado. Realmente estaba curándose a pasos agigantados, no dudaba que en las aproximas semanas podría estar de vuelta en su rutina anterior.

La cosa más humana de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora