•❯ CAPITULO TRES

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【¿Sabes esa sensación cuando te despiertas e intentas recordar lo que hace segundos soñabas? ¿Ese sentimiento de tenerlo ahí, en la punta de la lengua y no llegar a sentir su sabor? Pues... así me siento yo】

Chuuya abrió la puerta de su habitación y con pasos aplomados fue hasta su cama, para dejarse caer en ella como un pedazo de madera vieja que solo espera la lluvia y el sol para podrirse.

Estaba cansado. No recordaba que pasar una tarde con sus amigos y su profesor en casa de Fukuzawa-san resultase tan agotador. Sin olvidar el hecho de que había sido perseguido por Fyodor con una escoba de fibra de carbono.

¿¡En qué mundo las escobas estaban hechas de fibra de carbono!?

Ficción, ¡por favor! ¡dale un respiro!

Pero como era él, ni la suerte, ni la ansiedad y mucho menos su cerebro, le darían un respiro de paz.

Cerebro: ¿y si nos ponemos a analizar el porqué de esta rara sensación de tener y no tener amnesia? (⁀ᗢ⁀)

Ansiedad: ¡Sí! De todos modos, dormir no es indispensable ni mucho menos ☆*:.。.o(≧▽≦)o.。.:*☆

Su única neurona: (b ᵔ▽ᵔ)b

Chuuya golpeó el colchón con su puño, molesto. Sintiendo la furia estallar en su abdomen y la adrenalina comenzar a ser segregada de sus glándulas suprarrenales, se levantó de un salto y se desnudó con roña, lanzando la ropa a diestra y siniestra por todo el lugar. Fue hasta el baño, cuya puerta estaba junto a la de su habitación, y abrió la ducha.

Se detuvo mirando el agua que caía en una llovizna torrencial en los azulejos nácar hasta ser engullida por los pequeños agujeros del sistema de desagüe. Se pasaba la mano por el cuello cuando un picor incesante apareció. Era como cientos de hormigas que se movían dentro de su piel, reptando, mordiendo, intentando salir por sus poros. Por mucho que rascara con sus uñas, la comezón no pasaba. Parecía que venía desde dentro de su piel y no sobre esta.

Si esto ya de por sí le resultaba bastante incómodo, se le unió la sensación de estar engullendo grandes cantidades de agua. Miró el agua entrando al desagüe. Justo como eso. Sintió que llenaba sus pulmones, su estómago, que se hinchaba hasta el punto de sentir la pared estomacal distenderse y reventar, inundando su interior.

Una arcada lo dobló hacia el suelo, cayendo de rodillas. El té y las galletas de chocolate que con tanto amor Atsushi y Akutagawa habían preparado fueron arrojadas al suelo mezcladas con jugos gástricos. Tosió un poco y se sentó sobre el frío suelo, agitado y nervioso. Por lo menos el ahogo y el picor había desaparecido.

Algo deslizando por su pecho lo sobresaltó. Entre sus pies cayó una gargantilla de cuero de color negro; supuso que se desenganchó debido a su insistencia en rascarse. Se puso de pie con ella entre los dedos, caminó hacia la encimera y la dejó allí. Pasó sus dedos por el material.

Recordaba quién le dio esa gargantilla.

Lo recordaba bien.

Dazai se la había obsequiado una noche.

Solo eso.

Se esforzó por ver más, pero solo se hizo presente un dolor de cabeza. Sabía que Dazai le regaló la prenda, pero no podía decir cuándo ni por qué.

El collar negro solo venía a sus recuerdos acompañado de lágrimas tanto de dolor como de felicidad.

Colocó una mano en el espejo para sostener su cuerpo y se miró en él. Ahora sin nada en el medio que obstruyera la visión salvo una fina cadena de plata que sostenía la piedra azul, se veían cicatrices a lo largo del cuello. Pequeñas y con un color más claro que el resto de la piel. No tenían forma o patrón definido, casi parecían...

Everything is POSSIBLE. |•| Bungo Stray Dogs - Soukoku |•| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora