Día 2 - Picnic

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~ WISHES~

— Solntse, ¡espérame! — se detuvo a medio camino y colocó ambas manos sobre sus rodillas aspirando todo el aire que podía.

Definitivamente cada año le costaba aún más subir aquella colina.

— Pero Viktor, que ya falta poco — regresó sobre sus pasos hasta donde se encontraba su esposo — anda, vamos — lo tomó de la mano y lo arrastró con él cuesta arriba.

Le sorprendía que aún después de 45 años Horacio conservara aquella vitalidad y energía que lo caracterizaban; él en cambio se sentía cada vez más cansado.

Al llegar a la cima el menor se puso de rodillas y de la cesta que traía consigo extrajo una manta, comenzó a extenderla debajo de aquel árbol que tenía talladas sus iniciales, sacó una pequeña lámpara de petróleo y la colocó en una esquina.

— Viktor ¿podrías armar el telescopio?

Al no recibir respuesta lo buscó con la mirada más no lo encontró; se puso de pie y volvió a llamarle.

— ¿Viktor?

Lo encontró a pocos metros sentado en el pasto intentando regular su respiración, se acercó a él puso una mano sobre su hombro para llamar su atención  y se sentó a su lado.

— Para haber sido policía tienes una pésima condición, mon amour — esbozó una sonrisa ladina.

— Ya no tenemos 30 años Horacio — suspiró cansado — además te recuerdo que eres más joven que yo.

En efecto, ya no eran aquel comisario y director que competían entre risas por ver quién llegaba primero la cima, los años pasan factura y cuando eres policía todas las heridas comienzan a mostrar sus secuelas.

— ¿Estas diciéndome que me casé con un viejo? — le miró divertido dándole un suave codazo en las costillas.

El comentario le hizo soltar una risa nasal, más se hizo el ofendido.

— Este viejo te dió los mejores años de su vida — cruzó los brazos e hizo un puchero.

El menor comenzó a reír.

— Que sensible estás últimamente — dijo sarcástico recargando su cabeza sobre el hombro de su pareja.

— A veces me pregunto cuánto tiempo nos queda juntos y pensar en la respuesta me da miedo, solntse — su mirada se cristalizó ante la idea de irse y dejar solo a su sol o peor aún que él lo dejara y su mundo se oscureciera de nuevo.

Horacio se incorporó para mirarle y entrelazó los dedos de sus manos repartiendo suaves caricias en el dorso de la del mayor.

— Sé que a veces te agobia el tema de la edad — al ver que el contrario agachó el rostro lo tomó suavemente de la mejilla y le obligó a mirarle — pero seguimos aquí y estamos juntos, eso es lo único que importa, ma lune.

Volkov le sonrió, retiró la mano que yacía sobre su mejilla con delicadeza y depositó un beso en el dorso de la misma antes de ponerse de pie y ayudar al menor a incorporarse.

A paso lento caminaron hacia la manta y mientras él montaba el telescopio el contrario colocaba los bocadillos y servía sus copas.

Ir a ese lugar con una cesta llena de comida, recostarse y mirar las estrellas tomados de la mano era una tradición que conservaban desde hace muchos años.

Siempre el mismo día, siempre el mismo lugar; era algo especial entre ellos.

Se perdió en un mar de sus recuerdos mientras observaba a su pareja acomodar los bocadillos que había preparado, pellizcar furtivamente uno de los pastelitos y mirar fijamente las iniciales en el árbol.

Definitivamente su vida al lado de su chico de cresta había sido magnifica, en él había encontrado un hogar y formado aquella familia que tantos años se había negado a aceptar que necesitaba.

A paso lento se acercó a él y lo abrazó de espaldas.

— Vamos, está a punto de comenzar — depositó un beso en su mejilla y se separó de él tomando su mano para guiarlo hacia el telescopio.

— ¡Es hermoso! — dijo emocionado — tienes que verlo, Vik.

Su entusiasmo le llenaba en demasía y por reflejo sonrió ampliamente acercándose a la mira para apreciar aquella lluvia de estrellas que coincidía con su tradición especial.

— Pidamos un deseo — le dijo sonriente y abrazándole por la cintura.

El más alto correspondió el abrazo y hundió su rostro en la curvatura de su cuello.

En medio de aquel espectáculo cada uno cerró los ojos y se permitió pensar en su mayor anhelo esperando que se hiciera realidad si lo deseaban lo suficiente.

"Más años a su lado"

"Estar con él lo que me reste de vida y en las que sigan después de ésta"

Lentamente se separaron solo lo suficiente como para mirarse, ambos tenían las mejillas rojas y humedecidas, no era necesario expresar en voz alta sus deseos, ya los conocían.

Volkov deshizo el abrazo y subió sus manos hasta el rostro del menor limpiando con dulzura las últimas lágrimas que dejó caer y depositó un suave beso sobre sus labios.

— Creo que nos hace falta algo — dijo enarcando una ceja y esbozando una amplia sonrisa cuando vio al menor correr hacia la cesta y hurgar ansioso en ella; incluso antes de que lo encontrara Viktor ya sabía lo que buscaba.

Cada año tomaba la misma foto, en el mismo lugar y al volver a casa la colocaba en el álbum con el resto.

Al principio no le encontraba importancia pero cuando por cuenta propia decidió abrir aquel álbum su mirada se cristalizó, en cada fotografía se mostraba una nueva etapa de su vida y los cambios físicos que habían tenido a lo largo de aquellos 40 años de matrimonio.

— Venga mi luna, tomemos la foto de este año, será nuestra postal navideña para Alexander y Athenea.

Se recostaron en la manta tomados de la mano y el menor estiró el brazo para tomarla pero antes de lograr su cometido el ruso giró el rostro y depositó un beso en la arrugada mejilla de su pareja quien sonrió espontáneamente ante el gesto creando una de las fotografías más hermosas que tenían juntos.

~ FIN ~

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𝗩𝗼𝗹𝗸𝗮𝗰𝗶𝗼 𝗔𝗻𝗻𝗶𝘃𝗲𝗿𝘀𝗮𝗿𝘆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora