Beyond The Line | JakeHoon

I. Bienvenido al Internado Guwon.

Dicen que los cambios son positivos en su mayoría, pero él no se sentía de esa manera. 

Ansioso, con su estómago vacío y una lágrima surcando su mejilla, miraba por la ventana de un automóvil en movimiento las calles que nunca había recorrido antes. ¿Acaso ese era su castigo? Él no solía ser un chico temeroso, al contrario, era la persona más valiente de su familia (claro que solo era su opinión) no había posibilidades de que algo tan simple como alejarse de casa, lejos de su abuela, lejos de sus amigos, lo hiciera sentir vacío, aunque la palabra simple no combinaba con su situación. 

Miró su regazo, encima suyo estaba un papel con escritos en él que su abuela entregó minutos antes de salir por completo de casa de su tía donde vivía con ella y su pequeño primo, JaeSu, con quienes no llevaba la mejor relación, pero siempre les regalaba una sonrisa incluso cuando su mundo se estaba derrumbando, justo como en ese momento que vio a su tutora darle una mirada de reojo en tanto que él sonreía fingiendo que todo estaba en orden. Guardaría aquella carta hasta estar instalado en su nueva residencia tal como se lo prometió a la ancianita. Podía jurar que lo más difícil de esa nueva etapa sería vivir sin ella, era lo más cercano a una madre. 

Su vida no era un cuento de fantasía en el cual nadie sufre y los días son brillantes como el sol que no tardaba en alumbrar aquel día. En realidad, si estaba bajo la custodia de su tía SoHee, no era por elección. Teniendo solo minutos de haber nacido, los médicos anunciaron el fallecimiento de su madre a las autoridades del país quienes recogieron al pequeño niño y el estado fue el responsable de su cuidado al menos hasta que la familia Shim (que, en ese momento, consistía solo sus dos abuelos y una de las herederas) arribara desde Corea hasta Australia. Su padre meses antes abandonó a su madre estando en cinta, no se sentía listo para una responsabilidad tan grande. 

Desde el inicio de sus días estuvo solo. 

SoHee nunca quiso responsabilizarse, a pesar de haber obtenido su custodia. Con frecuencia era abandonado días enteros en guarderías y en casa de los abuelos, claro, cuando el señor Shim salía de la ciudad, no soportaba la presencia del pequeño que había asesinado a su hija menor. Fue hasta el día en que murió que no importaba la fecha, mucho menos la estación, siempre escapaba de casa de SoHee para hacerle compañía a su amada abuela, librarse de los reclamos de su tía y sus parejas, y darles espacio su pequeña familia con JaeSu que nació solo siete años después de él.

Siempre fueron la abuela SeoHyun y su nieto que recibió el nombre de Shim JaeYoon gracias a la última voluntad de su madre; siempre quiso que alguno de sus hijos tuviera el nombre de su padre, aunque aquel chico siempre prefirió su nombre del extranjero: Shim Jake. 

La ansiedad tocó su punto máximo cuando SoHee aparcó a las afueras de un enorme edificio con colores greige, latte y serrín con arquitectura similar a la que veía en sus libros de historia referentes a la edad victoriana de Inglaterra. Un lugar tan elegante que podría ser confundido con un castillo, o al menos fue lo que Jake pensó. 

Sabía que su destino era ese. Desde el momento en recibió la noticia solo dos semanas antes, intentó prepararse en todos los aspectos posibles e incluso realizó oraciones pidiéndole al cielo un poco de valentía. Cuando bajó del auto negro y sintió el frío de la mañana, se sintió realizado y a la vez, melancólico. Solo un momento como ese podría vibrar de esa manera. 

Justo en la entrada principal algunas monitoras recibían a los nuevos internos. Casi siempre se repetía el mismo patrón; chicos llorando mientras suplicaban a sus tutores una segunda oportunidad. Padres decepcionados esperando haber tomado la mejor decisión. Nunca faltaba el que solo buscaba alejarse lo antes posible de su familia, y estos solo por mencionar algunos ejemplos.