❝DRINK YOUR LOVE❞ ⋯ NCT

HATE DOES NOT SLEEP

— Aléjate de Taeyong, Suh, él es mío.

— ¿Tuyo, Wong? Taeyong será mi marido.

Los gruñidos no se hicieron esperar cuando las miradas de Johnny y Yukhei se encontraron, ambos se habían alejado de sus terrenos y de sus hombros cuando diferenciaron una fragancia que bien conocían, pero finalmente habían encontrado la sorpresa de que se vieran.

Taeyong también estaba allí, sentado sobre una gran roca, una caperuza totalmente negra cubría su cabello mientras sus ojos estaban fijos en la enorme luna llena que les brindaba un brillo especial.

Ambos líderes estaban tensos, ninguno quería que el otro se acercara donde su amado se encontraba y este parecía no prestarles nada de atención.

— Un odio que no me abandona, un sueño hostigador y ese reloj es como una burla para mi, que no comete ningún error. 

La suave pero ronca voz de Taeyong empezó a recitar aquellos cantos, una melodía suave pero un tanto tétrica que hizo que los dos vampiros se confundieran aún más. Taeyong se cubrió mejor con la caperuza, siendo lo único visible la sonrisa llena de diversión que tenía pintando su rostro.

Ni siquiera tuvieron tiempo de preguntar, porque los gritos lejanos inundaron el lugar, la luz del fuego elevándose por lo alto en dos direcciones totalmente diferentes, Yukhei miró asombrado al sur, sabiendo que allí estaban sus hombres; Johnny se quedó pasmado mirando el norte, donde su mansión se encontraba ya envuelta en llamas.

El aroma de la sangre les hizo volver a girar para ver el momento justo en que Taeyong deslizaba una daga por varias zonas de su rostro, creando heridas un tanto profundas pero que no le provocaban ni una mueca de dolor.

Ambos líderes intentaron acercarse, una preocupación aún latente por ese vampiro que había aparecido de la nada en sus vidas y que ahora tenía un lugar especial en cada uno de ellos; ese mismo vampiro que ahora lamia aquella daga sin apartar la mirada de ellos, una mirada de burla y diversión.

Johnny tardó en darse cuenta, pero sus manos temblaron cuando sus pensamientos empezaron a atar los cabos sueltos.

— Tú... Tú eres ese vampiro... Quien empezó las matanzas... ¿Por qué...? ¡¿Por qué?!

— ¿No es más divertido hacer creer a todos que ambos se volvieron locos por la sangre? El pueblo furioso... Y así... Ustedes pasaran a la historia... Como Park Chanyeol y Byun Baekhyun.

Yukhei tragó de forma pesada al escuchar aquellos nombres. Nombres que se usaban para rememorar tiempos oscuros, donde supuestamente dos líderes, presos de su odio mutuo, iniciaron una competencia de quien podría matar más humanos, desencadenando que los pueblos se unieran y finalmente los quemaran. El cabello blanco de Taeyong volvió a ser lo que el vampiro de Hong Kong vio, pensando en que ese a quien había dedicado palabras de amor era el causante de la muerte de su hermano menor, que era el causante de su propia desesperación.

— ... Cuatro hermanos, uno de ellos iba a casarse. —Yukhei supo que logró su cometido al ver que había captado la atención de Taeyong, quien ahora le miraba con sus ojos rojizos—. El rojo... tiño la nieve... 

No pudo terminar sus palabras cuando un sinnúmero de pueblerinos le rodearon tanto a él como al líder Suh. Ni siquiera se sorprendieron cuando ignoraron totalmente a Taeyong, quien había vuelto a ponerse en un papel de victima, sollozando y mencionando el terror que tuvo de estar con dos monstruos, mostrando las heridas en su rostro y acurrucándose contra el cuerpo de un hombre más grande que él.

El número de personas era suficiente para que no pudieran siquiera resistirse, las heridas proporcionadas por armas blancas que drenaban su sangre hasta que la debilidad empezó a consumirles. 

Los poderosos líderes Suh y Wong terminaron con sus ropajes sucios, arrastrados por la multitud hasta el centro de la ciudad donde las cadenas les anclaron a unos postes; a sus alrededores, algunos de sus hombres también se hallaban en condiciones similares, otros ya habían encontrado la muerte en el fuego, en los cortes que la guillotina daba sobre sus cuellos. 

Se decía que los vampiros no podían llorar, pero los sollozos escaparon de los labios de esos dos grandes líderes, los ojos de estos fijos en la figura que se iba alejando más y más de ellos mientras el sol empezaba a acercarse. 

Taeyong cerró sus ojos, apoyando su espalda contra la pared de la casa totalmente a oscuras a la que se había metido; cuando el sol llegó a su punto alto, escuchó esos gritos de agonía que le hicieron sonreír. De entre sus ropajes logró tomar una libreta, buscando entre las hojas.

Park X.
Byun X.
Choi.
Kim.
Suh X.
Na X.
Dong.
Wong X.
Osaki.
Liu. 
Oh.
Zhong X.
Moon.
Jung.

La lista de apellidos era grande, pero se sintió feliz de poder poner otras dos X, sus dedos deslizándose por cada apellido que faltaba, cantando una ligera canción que en su mente le traía felicidad.

— En poco... Todo terminará, Yukurri. 

Taeyong volvió a sonreír al murmurar ese apodo, moviendo las paginas de esa pequeña libreta para poder leer aquella caligrafía japonesa que nunca podría olvidar en toda su eternidad.