❝DRINK YOUR LOVE❞ ⋯ NCT

SUNRISE

— Taeyong... Ha pasado mucho tiempo.

El vampiro de cabellera blanquecina llegó a sonreír al escuchar aquella voz, pero no quitó su mirada del cielo nocturno; las estrellas se veían increíble, la luna brillando en lo alto, la calma que solo la noche podía brindar.

En sus manos mantenía una pequeña caja que se notaba antigua y un tanto deteriorada, pero que Taeyong trataba con una suma delicadeza, como si fuera su más grande tesoro, como si solo le importara ese objeto en su vida.

Quien había hablado pudo tomar lugar a su lado, un vistazo general le hizo saber de lo que quería hablar, pero prácticamente no le dejó.

— Jaehyun... ¿Alguna vez te he agradecido por haberme sacado de ese ataúd? —Una suave risa salió de aquellos labios, sus dedos aferrándose aún más a aquella caja cuando un temblor se hizo lugar en su cuerpo—. ¿Te he dicho... Lo agradecido que estoy por haberme... dado las cenizas de Yuta? 

Esta vez la voz salió un tanto quebrada.
Aquel vampiro que le acompañaba pudo deslizar su brazo por sus hombros, atrayéndole hacía si en un abrazo que buscaba calmarlo y relajar las fuertes emociones que ahora sentía.

— Si, Taeyong... Me lo has dicho siempre que nos vemos... —Una sonrisa de hoyuelos llegó al rostro de quien hablaba con tanta dulzura y comprensión, su cabello negro siendo el contraste perfecto de quien era más longevo que él—. ¿Has cumplido ya tus metas? ... Me he enterado lo de tus hermanos.

— Oh, esas cucarachas inmundas. —Taeyong llegó a reír de puro gozo al pensar en aquello, sus ojos entrecerrándose como si eso le ayudara a recordar cada detalle—. Los volví locos, Jaehyun... ¡Locos! Creían que mi fantasma los estaba atormentando. Y cuando menos lo esperaron... ¡Los atrapé! Les arranqué cada uña y dientes, les rompí cada dedo sin parar, partí sus piernas y brazos tantas veces que sería imposible que te lo imagines. Se creían tan intocables... Pero debían pagar su traición. 

Orgullo y odio.

Las palabras de Lee Taeyong sonaban con esos dos sentimientos, el resentimiento por sus tres hermanos menores hizo que prefiriera dejarles vivos hasta el final de la lista.
Había acabado con todos los clanes, había logrado enamorar a cada heredero y luego traicionado a estos para dirigirlos a sus muertes, siempre terminaba riendo sobre esas sucias cenizas, escupiendo estas antes de desaparecer unos años y luego repetir la acción.

Tal vez los más entretenidos fueron Johnny Suh y Wong Yukhei... ¿O tal vez Qian Kun y Kim Doyoung? ¡No, no! ¡Definitivamente lo mejor fue jugar con Dong Sicheng y Osaki Shotaro! 

Pobres infelices, cayendo en sus movimientos delicados, en sus besos dulces pero envenenados, en sus palabras de amor vacías, dejando que mordiera sus cuellos hasta volverle incluso más fuerte.

— También... Terminaste con mi hermano Sungchan.

Los grandes ojos del vampiro de cabellos blancos fue hasta su acompañante; no veía odio o rencor en sus ojos, no notaba tensión o critica a sus acciones. ¿Por qué Jaehyun no estaba enojado con él por haber jugado y asesinado también a su hermano menor? ¿Por qué?

— Taeyong, ¿Por qué no me asesinaste a mi? Soy... El verdadero heredero de quien quemó a Yuta.

— Tu me liberaste... Tu me diste las cenizas de Yukkuri... Tu me ayudaste a infiltrarme en cada clan... No podía matarte.

— ¿Y qué haras ahora? Todo ha terminado...

— Todo no... Aún... Aún debo casarme con Yuta.

La sonrisa de Taeyong volvió a ser amplia y cargada de felicidad, su mirada dirigiéndose al frente en el horizonte.

Jaehyun por su parte mordió su labio inferior, dando una respiración algo pesada cuando comprendió aquellas palabras.
Y bajo la sorpresa de Taeyong, Jaehyun mismo llegó a reír, revolviendo su cabello como solía hacer cuando se juntaban hace tantos años atrás.

— Es verdad... ¿Y qué será de la boda sin estar yo como padrino? 

Taeyong no dijo nada.

Jaehyun tampoco.

Ambos solo se acurrucaron más entre si, hablando de forma amena, calmada y con una paz interna que hace milenios no tenían.

Antes de que el sol les tocara, ambos abrieron aquella caja.

Las cenizas de los tres amigos se terminaron de juntar, siendo llevadas por el viento por doquier, con la libertad que en todo ese tiempo no habían tenido.

Posiblemente podrían obtener una redención en una vida siguiente.