—Sois capaces de buscar a mucha gente que ni conocéis y ¿No podéis encontrar a mi hermana? —frunzo el ceño confusa.
—El teléfono que tenemos de ella ni siquiera marca. Es como si se hubiera esfumado. Normalmente al reubicarlas no volvemos a contactar con ellas para evitar rastreos de la policía, o más bien, de Thertami.
Miro directamente a los ojos de Halcón. La impotencia me carcome por dentro y trato de pensar en millones de formas de encontrarla. Imagino que tendrá una identidad distinta porque sino, cualquiera la encontraría.
Me siento culpable por haber tratado mal a personas que quizás solo intentaban ayudarme, pero pienso que es culpa de Nicolás por mentirme. Aunque no sé hasta que punto él sabe la verdad.
Salgo al jardín en busca de aire fresco. Necesito respirar y pensar con claridad. Demasiada información para cinco minutos de conversación. Me siento en el frío césped y miro al cielo.
Las nubes tienen diferentes formas y avanzan lentamente. La suave brisa invernal roza mi rostro y reseca mis labios. Me dejo caer hacia atrás, tumbándome en el césped. Cierro los ojos y puedo escuchar algunas aves cantar.
Escucho unos pasos acercándose. El único que viene a preocuparse por mí siempre es Cuervo. Creo que es al único al que he tratado bien desde que estoy aquí. ¿Tan repelente soy?
—¿La policía sigue buscándome? —pregunto una vez que noto la presencia de alguien a mi lado.
—Así es —la voz de Halcón deja de lado mis sospechas. Abro los ojos y lo miro—. ¿No soy a quién esperabas? —su rostro refleja confusión, al igual que el mío.
—Es solo que creí que eras...
—¿Cuervo? —se tumba a mi lado—. Lo supuse —carraspea—. No es el único que tiene emociones ¿Sabes?
Su tono muestra cierta incomodidad.
—Lo siento, no quería...
—Lo sé —me corta—. Nattasha era como mi hermana mayor —me sorprendo ante su confesión —. Me ayudó a no desistir de esta labor.
—Parece que todo el mundo la quería.
—Era inevitable. —No puedo evitar sentir cierta incomodidad esta vez. —Es raro que no te alejes de mí ahora, ya me estaba acostumbrando.
—Ahora no te odio. —Halcón se gira a mirarme. Hago contacto visual con él. Sus ojos oscuros desprenden paz. Su mirada penetrante todavía me provoca escalofríos.
—Es bueno saberlo —se gira y mira al cielo.
Sigo examinándolo, tiene la piel perfecta, sin nada de grasa acumulada o acné. Respiro profundamente y sigo pensando en Nattasha y su hija. Todavía suena raro.
Halcón se lleva toda mi atención al señalar a una nube.
—¿No se parece a mí? —pregunta orgulloso. La observo fijamente y sonrío.
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Lo llaman Halcón
RomanceElia Bellafiora es una periodista apasionada por su trabajo, pero dicho sentimiento la hará entrar en terreno peligroso para entrevistar al sujeto aparentemente más odiado del país. Engaños, mentiras y sangre están a la orden del día combinado con...