Un dolor punzante en la sien me despierta. Pestañeo varias veces ante los rayos de sol que entran por una rendija. Respiro profundamente y todavía siento la presión del pañuelo con el horrible cloroformo en mi nariz.
Me siento en la cama y escaneo la habitación poco a poco. Al principio estoy temerosa de lo que pueda ocurrirme, aunque, a decir verdad, sabía lo que podía pasar y aun así decidí venir. Genial Elia, ahora eres "la cena".
Al parecer me encuentro en un garaje enorme con varias literas contiguas. Trato de caminar para observar al detalle la estancia, pero una presión en mi brazo derecho me lo impide. Una cadena, parecida a la que se usa para los animales, me tiene aprisionada a una de las barras de la litera. Forcejeo para ver si cede y conseguir que el candado se rompa, pero lo único que logro es que me duela la muñeca.
Trato de mantener la calma y no darle lugar al pánico. Respiro vigorosamente y pienso en positivo.
Veo una botella de agua y un plato con un sándwich a unos pasos de la cama. Voy hacia allí, me agacho y estiro el brazo, pero la cadena no da para más, haciendo que me quede a solo centímetros de mi desayuno. Mierda.
Pienso rápidamente en una posible solución hasta que al fin doy con ella. Vuelvo al lado de mi cama y cojo uno de mis zapatos. Voy otra vez hacia la comida y me estiro todo lo que puedo agarrando mi zapato. La botella de agua cae fácilmente de lado y consigo traerla rodando hasta mí. Lo más difícil es el plato, ya que tengo que llegar hasta detrás de él para conseguir atraerlo sin contaminar el bocadillo con la suela. Con esfuerzo y mucho sufrimiento al fin lo consigo. El reloj de pared marca las 12:00 ¿Sólo he estado dormida dos horas?
Después de beber la botella de agua entera como si fueran los chupitos de anoche, disfruto de mi bocadillo de queso y jamón. Si me han dado de comer no creo que quieran matarme.
De repente la puerta de metal emite un pequeño chirrido y se abre, dejándome ver a un hombre vestido de forma casual. Jeans y camiseta. Me sonríe y entonces lo recuerdo.
—¿Buitre? —rápidamente me mira sorprendido y frunce el ceño.
—Cállate, ¿Qué hacías ayer espiándonos? ¿Eres una espía de la policía o del FBI?
—¿Ayer?
—Llevas durmiendo un día entero. Creo que me pasé con la dosis de cloroformo— sus ojos no se desvían de los míos.—Contesta
—Te conozco, ayer estuviste en "Clandestino" con unas cuantas chicas.
—No me jodas que estás embarazada. ¿Pero eso se puede saber tan pronto? Si apenas fue ayer...
—No, no soy una de tus chicas —resoplo—. Un amigo tuyo me retó a beber todos los chupitos que pueda y le gané. Se llama Cuervo. —Sus ojos se abren como platos, pero al instante esconde su sombro.
—No te creo —su tono es duro. Con un solo silbido, otro hombre aparece por la puerta, pero, para mi desgracia, no es uno de los que conozco. Buitre desata la cadena y me libera. Una vez que me he puesto los zapatos, se posicionan a ambos lados de mí y me agarran fuerte los brazos, obligándome a caminar con ellos.
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Lo llaman Halcón
RomanceElia Bellafiora es una periodista apasionada por su trabajo, pero dicho sentimiento la hará entrar en terreno peligroso para entrevistar al sujeto aparentemente más odiado del país. Engaños, mentiras y sangre están a la orden del día combinado con...