El olor a hombre se hace presente una vez que entro a su casa. La tengo demasiado conocida para mi gusto, pero no puedo quejarme. Por lo menos está recogida. Las cortinas blancas que le regalé todavía siguen colgadas haciendo su función. Parece mentira que pueda ser un sinvergüenza después de tanto tiempo.
—Puedes dejar tu abrigo donde quieras.
Observo la estancia y al fin me decanto por un pequeño perchero detrás de la puerta principal. Pablo se sienta y me ofrece amablemente algo caliente para beber, lo cual agradezco. Unos minutos después tengo en mis manos un té verde con limón.
Noto como sus ojos están clavados en mí, como si esperase una explicación por mi parte ante toda la locura que ha ido pasando estos días y el chiringuito que ha tenido que montar hoy en la comisaría. Me concentro en la bebida caliente e intento no pensar en lo locos que han sido estos días.
Pablo enciende la televisión y como si el destino quisiera machacarme una y otra vez, aparece la presentadora de la "dos" hablando sobre mi gran problema mental. ¿No tienen algo mejor y creíble? Ante mi notable incomodidad, el castaño apaga la tele con un movimiento rápido y suspira.
—Te has metido en un gran problema.
Problema... Creo que ya se ha convertido en mi segundo nombre. Los causo tanto a mi como a los que me rodean y entonces es comprensible que dejen de tener relación conmigo.
—No es como lo cuentan —mi mirada se topa con la suya y me hace una señal para que siga hablando. El nerviosismo se apodera de mí una vez que empiezo a contarle todo lo que he visto y lo que sé.
A medida que voy avanzando en la historia, la preocupación e inquietud se va mostrando en el rostro de Pablo sin que pueda siquiera disimularlo. Su ceño se frunce más y más conforme pasa el tiempo, al igual que la comisura de sus labios.
Una vez que termino, el castaño no sabe que decir. Simplemente se limita a mirar al frente pensativo.
—Se que es difícil de creer y más si estoy acusando a tu amigo de toda la vida, pero es la verdad.
Mi mirada se cruza con la suya y puedo ver un atisbo de confianza en sus ojos, pero su respuesta hace que la gota de esperanza que tenía, se esfume.
—Te has vuelto loca Elia.
Me quedo en silencio y perpleja. Trato de pensar en miles de formas de demostrarle que tengo razón, pero la única que puede ayudarme y esclarecer los hechos, es Nattasha. Un pinchazo en la cabeza hace que suelte mi taza y esta se rompa en pedazos al impactar contra el suelo. Pablo se levanta rápidamente y coloca una mano sobre mi hombro.
—No es nada —digo intentando ocultar mi dolor. —Ya me iba de todas formas. Gracias por haberme ayudado y siento todo lo demás. —me levanto.
—Tranquila, no tienes que irte. —Recoge todos los pedazos cuidadosamente. —Solo estoy confuso. No se que creer.
—No te culpo, es todo bastante irreal.
—No es eso, es que Nicolás y yo llevamos mucho tiempo investigando a Mark y créeme que no hay ningún informe bueno sobre él.
Asiento en señal de que no se preocupe, pero yo sé que eso no puede ser cierto. Alguien está empeñado en su ruina y me apuesto lo que sea a que ese alguien es Thertami,
Pablo me ofrece la cama de invitados para dormir y poder despejarme de todo este embrollo. Una vez allí, me estiro y me acurruco para entrar en calor. No puedo creerme que la justicia esté tan corrompida. ¿Y todo por qué? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Ascenso? Sea como sea, Nicolás ha caído muy bajo y no solo por lo idiota que fue con mi hermana, sino por todo lo que está haciendo con tal de que no lo deje en evidencia.
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Lo llaman Halcón
RomanceElia Bellafiora es una periodista apasionada por su trabajo, pero dicho sentimiento la hará entrar en terreno peligroso para entrevistar al sujeto aparentemente más odiado del país. Engaños, mentiras y sangre están a la orden del día combinado con...