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Era extraño, siempre que uno de sus hermanos lograba ser adoptado estaba feliz por ellos, pero siempre le sucedía lo mismo.

Los momentos antes de que se marchará se repiten por algunos días en sus sueños.

‒ Y recuerda Gloria, debes convencer a tus nuevos padres de mandar cartas ¡Muchas de ellas! ¿Entendiste? -La pequeña Emma le colocaba el sombrero a su hermanita- Aunque alguna que otra golosina del exterior no vendría mal.

‒ ¡Emma! -le reclamaron varios a unión.

‒ Maldigo tanto que otro se nos adelante -gruñó Noah cruzándose de brazos hasta que Raymond le dio un golpe en el brazo- Si, si lo siento, nada de maldiciones que están prohibidas... ya entendí.

Todos se encontraban relatando algunas cosas que podría hacer la pequeña Gloria al salir, como visitar ciertos lugares o conocer animales que solo ven en libros. Fue así hasta que Luna una de sus compañeras de cuarto se abalanzo contra la recién adoptada casi al borde de las lágrimas.

‒ ¡Te vamos a extrañar tanto Gloria! No quiero separarme de ti, eres mi hermanita favorita -Emma tenía que sostenerla para que no le arrugara la ropa a Gloria- ¡Llévanos contigo!

‒ ¿Tomaste demasiada chocolatada? -Raymond estaba tratando de aguantar la risa- Cada despedida es lo mismo, cambias de hermano favorito.

‒ No ayudas Raymond -canturreo Emma manteniendo su sonrisa- Anda Luna, nadie podría adoptar nunca a más de 30 niños.

‒ ¡Al menos a Emma y a mí! Eso no molestaría a nadie ¿verdad?

Luna se aferró a las manos de su mejor amiga, digo ¿Quién no le gustaría ser hermana de su mejor amiga? siendo huérfanas su consuelo mutuo era ser familia en el orfanato, aun así, las mejillas de Emma tornaban un rojizo por la vergüenza de hacer una escenita. 

(Yo y mis bocetos jejeje)

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(Yo y mis bocetos jejeje)

A pesar de las suplicas de Luna que eran un juego continuo cada adopción, Gloria fue despedida por el resto de sus hermanos que se paraban en la puerta para aprovechar hasta el último segundo de verla.

"¡Juró que yo no los olvidaré!" En algún punto afuera de la casa la niña se soltó de la mano del adulto para girarse y gritarlo con sus manitas alrededor de la boca como si necesitara potenciar su voz, ahí todos recordaron la gran potencia de sus pulmones a pesar de tener 7 años ya que la escucharon fuerte y claro.

Y así la puerta se cerraba.

Y con ella acaba el sueño. 

Emma seguía sin comprender la razón de sus sueños, solo sabía que cada que esa mañana su cabello es más difícil de peinar por el constante movimiento al dormir. Con 11 años era normal que se levantara justo cuando el primer rayo del sol tocara sus parpados.

Un Papá en Grace Field HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora