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Para la hora del descanso, Norman necesitaba algo de ayuda con algunos deberes del hogar, pero no encontraba a algunos de sus niños más grandes. Así que interrogo a los pocos que encontraba, sin embargo, todos le decían los mismo.

‒ No sé a dónde fue Emma, luego del examen ella solo se fue corriendo -Allen era de los niños más tranquilos, al ser algo delicado de salud prefería pasar un rato dentro de la casa a descansar- ¿Ya puedo volver a la enfermería de busca de pañuelos?

‒ Si, gracias por tu ayuda -Norman solo pudo acariciarle la cabeza y permitirlo marchar en lo que buscaba al siguiente niño para interrogar- ¡Axel!

Afortunadamente apareció uno de los más grandes que estaba por salir a jugar, pero no lo detuvo por eso; sino que se estaba moviendo en un intento de ser silencioso y a sus espaldas. Cuando el niño mencionado se vio acorralado ante el llamado se dio vuelta con una sonrisa nerviosa, mostrando claramente un libro en manos.

‒ Ho-Hola, Papá -el niño de piel morena era alguien que se le iba muy mal mentir, mucho menos a las figuras de autoridad como lo era Norman como padre- ¿Me buscabas?

‒ Lamento decírtelo Axel, pero no te estaba buscando -el menor suspiro- solo quería preguntarte si has visto a Emma.

‒ ¿Quién? Quiero decir ¿Emma? -este comenzó a reír girando nervioso a todos lados sobre todo al libro que sostenía- Pues... yo solo la vi salir corriendo luego del examen, seguro sigue afuera jugando.

‒ Mmm ¿En serio? -Norman ladeo su cabeza con una sonrisa- ¿No me estarás mintiendo?

‒ No, Papá ¿Cómo por qué haría eso? Jajaja -los ojos del niño ya parecían estar cristalizados, odiaba mentir.

‒ Quizás sea porque le debes un favor a Emma -el niño bajo la cabeza, estaba acorralado y con una de sus manos comenzó a jugar con la trenza que tenía por peinado- Axel.

‒ Está en la biblioteca... -Norman comenzó a mover uno de sus pies para remarcar el ruido de su zapato poniendo más nervioso al pequeño- ¡Ella no está haciendo nada malo!

‒ ¿Entonces?

‒ Solo está intentando mejorar sus notas, pero no le gusta admitirlo, yo solo fui por un libro para leérselo a Olenka, se lo prometí. -miro a la niña mencionada que se asomaba a la puerta con curiosidad- ¿Me puedo ir?

Norman solo asintió, no es como si pudiera regañarlo por decir una mentira piadosa. Comprendía el motivo por el cual la pequeña intentaría esconder sus estudios de él, ella solo tenía vergüenza que no pudiera alcanzar la máxima nota por pocos puntos.

No le molestaba el esfuerzo, solo que le gustaría que la pequeña le avisara o estaría preocupado por su bienestar mental. Tampoco quería depender todo el tiempo a los rastreadores, pero a veces era necesario.

‒ Veamos... -dando una mirada rápida afuera admiro al grupo de niños que jugaba y luego al rastreador- (Hay dos adentro...el más inquieto debe ser Emma, el más calmado entonces debe ser...) -suspiro con calma dirigiéndose a la biblioteca- Raymond, nunca se despega de ella.

La joven rubia no era muy discreta a la hora de hablar, no controla bien su tono de voz, lo que facilita identificarla. Parecía otro de sus caprichos, no hace mucho hizo lo mismo solo que se encerró completamente sola, hoy al menos acepto compañía.

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‒ ¡Ya, no puedo más! -Emma se levantó furiosa cerrando con brusquedad uno de los muchos libros que tenía en la mesa de la biblioteca- No puedo memorizarlo... se me complica concentrarme. ¿Cuánto tiempo llevó?

Un Papá en Grace Field HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora