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No fue tanta la sorpresa, en la hora libre en lugar de jugar a las atrapadas, Emma estuviera una variedad de 10 libros en brazos. Se notaba su esmero por estudiar, pero incluso si fuera la mejor lectora del orfanato no lograría leer ni uno para el final del día.

‒ Realmente se va a esforzar -Luna ayudaba hoy con el cuidado de los más pequeños- Vamos Zen, no puedes dormirte tan temprano.

‒ Papá dijo que no lo llames así, debe memorizar su nombre, Zeneck -Raymond también ayudaba- ¿No te cansa?

‒ Me gusta ayudar -ambos giraron a ver como una de las pequeñas lloraba en brazos de Noah- Contrario a OTROS.

‒ Saben que no me llevo bien con los bebés -Noah refunfuño.

‒ Quizás si cambiaras de mueca.

Luna y Raymond se divirtían un poco al ver a Noah tratar de llevarse bien con los pequeños, seguro era por su rostro enfadado algo que empeoro al ver como Emma los miro de reojo.

‒ ¿Por qué solo Emma se libra de esto?

‒ Porque está estudiando -Raymond pretendía calmarlo, pero a Noah esa respuesta le pareció una excusa.

‒ ¡Solo esta buscando atención! Como si fuera creíble que de un día para otro leera tantos libros, apostaría mi desayuno a que en cuatro días vuelve a la normalidad ¿Aceptan?

‒ Noah hacer una tontería como -Raymond se harto de ese comportamiento.

‒ Yo lo haría.

‒ ¡Luna! -exclamo Raymond sin creerlo.

‒ ¡Ja! -Noah ya cantaba victoria.

‒ Pero Papá nos prohibió hacer apuestas con la comida.

Raymond giro desesperado hacia donde estaba la rubia, la cual le dio vuelta al árbol. Los había escuchado, seguramente ahora debe estar dolida.

‒ Le tienes mucha confianza a Emma, Raymond -Luna apoyo el comentario de Noah, pero no con malas intenciones- Siempre es lo mismo con ella, no es malo que quiera mejorar, pero exagera demasiado.

‒ ¡Noah decir eso es irrespetuoso! -ambos menores se miraron de forma retadora y luego se levantaron.

‒ Chicos... esperen -Luna temía que llegaran a los golpes.

Si no fuera por Norman que apareció dándole un jalón de orejas a cada niño, estos no se hubieran detenido. Ambos niños miraron a su Padre y se pusieron pálidos, se percataron que espantaron a todos sus hermanitos que estaban al borde del llanto.

‒ Parece que no puedo pedirles el favor de cuidarlos por un tiempo.

‒ ¡Papá! -los tres niños retrocedieron del pánico.

‒ Bueno, yo también tengo culpa -Norman le quito a Rebeca de los brazos de Luna, algo que calmo a la bebé- No debería obligarlos a ayudarme tan seguido.

‒ N-No es eso Papá -Luna trato de explicarse, pero los nervios le ganaban- Solo Noah se alteró un poco y...

‒ Luna te tomas muchas molestias por otros -Raymond se acomodo los lentes trantando de ayudarla- No vale la pena.

‒ ¡Te demostrare quien no vale la pena cuatro ojos! -el moreno estaba por darle un puñetazo, pero Luna se puso en medio haciendo que se detuviera- No te metas Luna...

‒ ¡Noah!

Norman levanto la voz. No le gustaba gritarles a sus niños, pero debe corregirles sus malos hábitos, como Noah que es despreocupado y suele usar la violencia o el sarcasmo cuando no sabe como expresarse bien.

Un Papá en Grace Field HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora