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Durante la noche. 

‒ Emma -su amiga se asomaba por la puerta- Te traje el pijama.

‒ Gracias Luna -se levantó de la cama para recibir sus pertenencias- Llegas justo a tiempo, leer no es lo mismo si no tengo a quien contárselo.

‒ Solo vine a dejarte esto -La castaña mostraba disgusto- Lees puro romance, no es mi estilo.

‒ Qué cruel, a ti te gusta escucharme... o solo estas molesta porque no te conté nada de la señorita Minerva ¿No?

Emma mostró una sonrisa burlona ante la incomodidad de Luna, porque había acertado.

‒ Papá nos dijo que no encontró ningún rastro de que alguien hubiera rondado los alrededores. Todos te llaman mentirosa.

 ‒ Eso explica porque nadie me vino a visitar por la tarde -Luna se tapo la boca al revelar algo que no debía- No importa, yo se lo que vi.

A diferencia de la culpa que estaba sintiendo Luna, Emma tenía una sonrisa, estaba impresionada de lo genial que era Minerva, al no dejar rastro a pesar de su vestimenta.

Se despidieron a distancia, con las manos en alto, la rubia planeaba seguir con su lectura, pero su amiga la interrumpió volviendose entre sus pasos.

Era debido a que Emma tenía las manos lastimadas en una rojiza linea entre los dedos, debía ser doloroso por el temblar en las manos de la herida.

‒ ¡¿Qué les pasó a tus manos?!

‒ Ah... me aferre a las rejillas de la ventana, tenía prisa en alcanzar a la señorita Minerva, no tuve el cuidado y jale con mucha fuerza, el empujón hizo que mis dedos tuvieran este lindo color -aunque dijera eso para suavizar la situación el enfado de Luna la hizo corregir- ¿Le dirás a Papá?

‒ ¡Será después! -la castaña uso un banquito para rebuscar en los estantes altos- Ahora debes ponerte una crema... con la fuerza que tienes me sorprende que no arrancaras la rejilla.

‒ Luna eres demasiado ingenua, ni un adulto podría arrancarla -la nombrada giró confundida- Los puntos de unión del cancel no pueden alcanzarse y la cabeza de los tornillos estan dañadas, incluso si tuviera herramientas no podría quitarlas.

¿Ni siquiera un adulto?... (Porque llegarían a ese extremo, ni que tuvieran que retenernos.)

‒ ¿Dijiste algo? -la castaña volvió en sí al encontrar finalmente la crema- ¿Luna?

‒ Dije que, debo contarle a Papá.

‒ ¡Espera! No le digas nada... por favor, la crema será suficiente.

‒ Depende... ¿Me dirías todo sobre la mujer del exterior? -la rubia negó- Entonces me voy.

‒ ¡Ni siquiera puedo abrir la crema, me duele las manos! -la castaña dejo la habitación muy rápido, cerrandole la puerta en la cara- ¡Luna!

Deambulando por los pasillos hacía los cuartos cruzó delante de una ventana y comenzó a examinarla, era curioso, viviendo casi 10 años en esa casa, jamás se haya percatado de un detalle minucioso.

¿Desde cuándo lo sabe? 

Capaz solo tenga buen ojo para estas cosas -Luna susurro antes de chocarse con alguien que bajaba corriendo- Ten más cuidado Raymond.

‒ Lo siento Luna, tengo algo de prisa, pronto apagaran las luces.

‒ ¿Vas a ver a Emma? -el de lentes se giró para confirmarlo, en sus manos llevaba un libro- Ah, dile mi parte que no diré nada. Y ayudala posiblemente este necesitando ayuda.

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⏰ Última actualización: Sep 24 ⏰

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Un Papá en Grace Field HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora