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13/ 11/????

¿Qué tan grande fue el impacto de conocer a alguien del exterior?

Mucha, como para que la niña tuviera un sueño del cual creía que nunca más volvería a tener. Aquel tipo de sueños habían desaparecido cuando esta había renunciado a la idea de ser adoptada.

Y ahora estaba viviendo uno.

Despertaba en el cuarto de sus sueños, con gran espacio para todas sus pertenencias, de apariencia algo rústica con ciertos lujos. La emoción de su propio espacio, su privacidad era algo que no podía desear más que en su propio mundo. Había un armario grande que al abrirlo estaba lleno de ropas que anhelaba, un tocador con joyería y maquillaje común, pero que eran de ella.

Realmente, no era mal sueño.

También había dos espejos uno sobre el tocador y otro que era de cuerpo completo al costado de su armario, cuando se observó quedo impresionada tenía un cuerpo de adulta. Estaba maravillada, era tan surrealista hasta para ella misma.

Esta sería una vida ideal.... un lugar donde estuviera tranquila, feliz y sería muy egoísta.

Ya había dicho que se quería quedar en el orfanato, su actuar con sus hermanos es el de preferir que otro sea adoptado por una familia antes que ella, que tuviera esa felicidad de pertenecer a un lugar.

Ese sueño es algo cruel.

Emma -unos golpes en su puerta la hicieron girarse, estaba impresionada por la dulce voz- Querida, el desayuno está listo, apúrate o llegaras tarde a la universidad.

Su corazón comenzó a acelerarse, ese tono lleno de amor, le hizo sentir un gran calor en su pecho, sus mejillas debían de estar ardiendo al igual que sus ojos al tener ganas de llorar.

Seguía siendo un sueño, no tenía control.

¡Bajo enseguida Mamá!

El sentimiento era tan reconfortante, que por un segundo deseo no despertar pronto.

Pero....

Basto con volver a verse al espejo para encontrarse con su verdadero yo, una niña con un uniforme blanco de un orfanato.

Entonces se despertó.

Su respiración estaba algo alterada, tuvo que acostumbrarse al ambiente ya que no era de día... el cielo estaba claro, pero no el suficiente como para decir que el sol estaba por salir. Era de madrugada, para ser exactos las cinco de la madrugada, podría volver a intentar dormir.

Pero la verdad es que Emma no tenía ganas.

Capaz volvía a soñar con eso y se sentiría más culpable que ahora.

Comenzó a alistarse como cualquier otra mañana solo que una hora antes, mientras peinaba su cabello unas cuantas lágrimas de culpa inundaron sus ojos naranjas, tuvo que cubrirse la boca para que nadie de su cuarto la escuchara. Ella sabe que no debería sentirse así.

Ese sentimiento inicio desde la última vez que tuvo esa esperanza, cuando la volvieron a dejar a un lado para adoptar a otro niño.

Fue hace tres años y su nombre era Gerald, tenían la misma edad.

Los niños de seis años son los preferidos, pasados los nueves ya es difícil conseguir una familia y en su orfanato es común que se informe de los posibles candidatos que una familia tiene en la mira, desde que Gerald se fue, Papá nunca volvió a llamarla.

Tiene miedo y aún guarda en lo muy profundo de ella ese anhelo, de una familia que la quiera.

Hay... que tonta -murmullo cubriéndose los ojos- Soñar no es malo, pero duele... quizás debería decirle a Papá... ¡No! Qué digo, si lo sabe tendría que decir la verdad... ¿Estaré en problemas si quiero ser amiga de Minerva?

Un Papá en Grace Field HouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora