El caso de los niños de a lado - Parte 1

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James Potter corría velozmente tras la pelota con la que estaba jugando. Se movía a sus anchas en aquel enorme jardín detrás de su casa. Su amigo, Remus, hacía de portero al otro lado del patio, ente los dos árboles de limón a modo de portería, frente a la cerca que dividía la casa de los Potter con la enorme mansión de junto. 

James, dispuesto a anotar, le pega una fuerte patada a la pelota, la cual sale disparada por encima de la cabeza del castaño. El chico de las cicatrices salta en un intento de parar el balón, pero este vuela por encima de la cerca, aterrizando de lleno en en el patio de la casa de junto.

Ambos chicos, al reparar en lo que acaba de suceder, enmudecen. Intercambian miradas, preguntándose a través de ellas qué hacer a continuación.

La enorme mansión junto a la casa de los Potter les ha causado terror desde que ambos eran niños, no por el hecho de que se viera lúgubre o se escucharan cosas extrañas, sino por todo lo contrario; Saben que ahí vive gente, el padre de James trabaja con el Señor Black, quien asegura vivir ahí junto con su esposa e hijos y todo el mundo ha visto salir a una mujer de aspecto rígido e intimidante junto a varias personas con uniforme que parecen trabajar ahí... pero nunca nadie ha escuchado a los tan mencionados niños que deberían de vivir con ellos. 

Eso incomoda un poco a Remus, el hecho de que la casa de junto estuviera tan callada, como si estuviera muerta. Él sabe que una casa con niños no se escucha así en lo absoluto, y menos cuando se supone que hay tres de ellos.

Y luego estaba la que asumían que era la madre. Aquella mujer que se vestía y caminaba como la señora de la casa no podía ser otra cosa que eso mismo. Siempre que James la ve, le asegura a Remus y a sus hermanitas que esa mujer le da mala espina. 

Estaban por dar su balón por perdido en el momento en el que este es lanzado por encima de la cerca de regreso. 

Los chicos miraron como caía sobre el césped antes de escuchar la voz de otra persona al otro lado de la cerca, alguien aproximadamente de su misma edad a juzgar por su voz, regañando a alguien en un idioma que ellos desconocían.

—¿Hola? —llamó James alzando la voz— ¡Gracias por la pelota! ¿Quieren venir a jugar? 

Se comportaba tan amable como siempre, pero Remus en verdad sabía que la curiosidad le picaba tanto como a él. 

—No nos vendría mal más gente —apoyo el castaño.

Pero en lugar de contestar, las personas al otro lado de la cerca cayeron en un silencio total. 

—¿Hola? 

Abeamus domum, Cal —escucharon que alguien hablaba del otro lado.

—Tu stultus es, Sirius! —otra voz regaña a alguien antes de que los pasos en la hierva desaparezcan.

James y Remus intercambiaron miradas, ahora más confundidos que antes. Empezando por la lengua que el mayor reconocía como latín. ¡¿Quién hablaba latín en lugar de inglés en Inglaterra?!

Al menos ahora sabían que en realidad si había chicos del otro lado de aquella cerca, pero obviamente algo extraño pasaba con ellos. ¿Por qué no habían contestado? ¿Por qué se fueron así? ¡¿Por qué nunca antes habían dado señales de vida?! 

Solo algo tenían seguro los dos chicos,  esto no va a quedarse así. Van a descubrir quienes son sus extraños vecinos.

>>>∆<<<

Un par de días después James volvía de la escuela en el asiento trasero de la camioneta junto a su hermanita Issy, su chofer había ido a recogerlos de la escuela. Los chicos les habían contado a sus respectivas hermanas sobre el extraño encuentro con los vecinos, y estas sin dudarlo se apuntaron a su misión de espionaje, como a Idonny, la hermana de Remus, le gustaba llamarle. 

En cuanto llegaron a casa, los hermanos se apresuraron hasta el piso de abajo, donde vivían un par de las personas que trabajaban en su casa, entre ellos Hope Lupin, la madre de sus amigos. 

Encontraron a los hermanos en el cuarto de lavado recogiendo la ropa seca. 

—Oye James, creo que se ha perdido el par de otro de tus calcetines...

—Puedo usar dispares. Eso no importa. Vengan ya. —exclamó el pelinegro, emocionado— ¡Es sobre los Black! 

Los castaños dejaron lo que estaban haciendo y se apresuraron a seguir a sus amigos escaleras arriba hasta la habitación de Issy. La pelirroja se apresuró a descorrer las cortinas de la ventana que daba al patio trasero, acto un tanto extraño, ya que ella prefería recibir la luz del sol desde el tragaluz en el techo.

—¡Miren! —la menor de los Potter señala hacia el otro extremo de su ventana.

Los otros tres chicos se amontonaron para ver la parte trasera de la mansión Black, en la cual se podían apreciar dos ventanas; una con las cortinas corridas y otra con la ventana abierta, dejando ver la habitación de, aparentemente, una niña. 

Analizaron la construcción un rato hasta que Idonny señala el patio. 

—Están en el jardín —susurra como si temiera que ellos la escucharan.

Los demás bajaron la mirada para ver a dos chicos y una chica. El que parecía ser el mayor, se veía, aproximadamente de la edad de Remus y James, tenía el cabello negro brillante algo largo. El otro chico es una versión idéntica a su hermano, solo que con el cabello corto y el ceño ligeramente fruncido donde el mayor porta una sonrisa. El de cabello largo solo parece mayor por la forma en la que le revuelve el cabello al otro chico y parece molestarlo. 

En cuanto los ojos de James se posaron en la chica, quien parecía tener la edad de su hermana, sintió el calor subir a sus mejillas. Sus facciones finas idénticas a las de sus hermanos resaltaban en su piel pálida, haciendo contraste con su lacio cabello oscuro, del cual se distinguía un listón verde a modo de diadema. Ella se rió al compás del mayor, sacándole una sonrisa al de en medio. Eso pudo con el pelinegro de cabello alborotado. 

Se separó de la ventana para abalanzarse sobre el escritorio de su hermana y conseguir lápiz y papel. 

—¡Oye! ¿Qué haces? 

—Comenzando la fase uno de la misión de espionaje. —responde escribiendo apresuradamente una nota. Voltea la cabeza para enfrentar a sus amigos, sonriéndoles con determinación— Es hora de infiltrarnos.



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