El caso de los niños de a lado - Parte 8

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Su madre finalmente había perdido la cabeza... es decir, por completo. 

Calipso ya sabía que su madre esta demente, pero Walburga siempre ha sido precavida cuando se trata de castigar a sus hijos, nunca lo hacía frente al personal de servicio. Pero parece que eso no puede importarle menos ahora mismo. 

—¡ME DESOBEDECISTE! —exclama furiosa sin dejar de azotar violentamente al mayor de sus hijos— ¿CÓMO TE ATREVES? 

Los habían descubierto, y todo por la bocota de Sirius. Aunque Calipso comprende que realmente se encontraba entusiasmado. Hacía tan solo un momento, les estaba contando a sus hermanos sobre Remus, que planeaba sacarlos de ahí y que se habían besado. Los menores nunca habían visto a su hermano tan ilusionado, pero por desgracia todo terminó abruptamente gracias a su madre. La mujer empezó a golpear a Sirius ahí mismo, en medio de la sala, había pedido a gritos que le trajeran su bastón del sótano. Ninguno del personal se atrevió a desobedecer. 

Regulus y Calipso retrocedieron asustados, y ahora mismo se encuentran ocultos debajo de  la mesa. Su madre no les prestó atención, pues parecía empeñada en matar a golpes a Sirius.

Calipso llora, desesperada por hacer algo, pero tanto ella como Regulus saben que solo conseguirían que los golpeen a ellos antes, es por esto que su hermano le tapa la boca ahogando el sonido de su llanto. 

Sirius se retuerce de dolor, pero no dice nada, no pelea, simplemente se queda ahí derrotado. Y puede que así sea, se creyeron muy listos, creyeron que podrían hacer amigos, burlar a su madre. Que tontos habían sido. Saben que ellos son los siguientes, así que lo mejor que pueden hacer ahora es esconderse. 

Walburga derrama la sangre de su hijo sin temor alguno, hasta donde todos saben, Orión está cenando con los vecinos, y nadie cree que regrese pronto. 

—¿Escuchas eso? —le susurró Reg a su hermanita. 

Calipso estaba tan espantada por el castigo de su hermano que no se había dado cuenta de las sirenas de policía que se escuchaban desde lejos. Su madre, en su sangriento frenesí,  tampoco pareció reparar en ellas, pero Sirius soltó un pequeño sonido que podría ser su intento de carcajada. 

Unos minutos después, Orión Black entra a la sala principal seguido de un par de policías armados. 

—¡WALBURGA! —Calipso se estremece ante el grito horrorizado de su padre— ¿Qué estás haciendo? ¡Es tu hijo!

La mujer parece más irritada que cualquier otra cosa ante la interrupción. Sirius le escupie una palabrota a su madre, a la vez que Regulus suspira aliviado. Los oficiales se apresuraron a separar a Walburga de su hijo. La mujer grita y se sacude cual poseída mientras la arrastran fuera de la casa. Calipso se apresura a arrastrarse hasta su hermano, seguido de Regulus. 

—Les dije... que Remo nos... sacaría de aquí —jadea con una sonrisa. 

Regulus se ríe, y a él se le une Cal. Una risa un tanto desquiciada, pero es que esto es ridículo. Toda una vida atrapados en esa mansión, no hay manera de que termine así de fácil ¿Cierto? 

—Sirius, ¿Puedes levantarte? —un francés perfecto les llama la atención.

Los hermanos se apartan para dejar pasar a su padre. La preocupación en su rostro no hace más que agraviarse conforme ve mejor a su hijo. Cal, cambio, no puede estar más aliviada. Corre a abrazar a su padre, él le acaricia la cabeza sin apartar la mirada del chico que yace en el suelo.

—Si... he sobrevivido a peores —intenta bromear el mayor de los hermanos, cambiando de idioma. Orión nunca les ha hablado en latín, y los niños en realidad dudan que sepa hablarlo.

—Ven, hay que llevarte a un hospital, estas perdiendo mucha sangre — intenta cargarlo, pero su hija sigue aferrada a él, impidiéndoselo. Regulus separa a su hermana con gentileza. Orión levanta a su hijo mayor y de inmediato se dirige al personal, en inglés— ¡Por el amor de Dios, alguien llame a una ambulancia! 

—¿Una... ambulancia? —exclama atónito— Papá puedo levantarme-

—No es cierto, ahora cállate y no te desmayes —lo interrumpe su hermano, quien abraza a su hermanita por los hombros. 

Cal no podía creer la normalidad que aparentaba el asunto, o que la primera vez que Sirius saldría de la casa sería en ambulancia. Pero sobre todo, no podía creer que todo había terminado.

>>>▲<<<

—¿Entonces entran a la escuela la próxima semana? 

Issy, Idonny y Cal están pasando el rato en la habitación de la pelirroja. Ha pasado un mes desde el arresto de Walburga, y Orión, a pesar de siempre haber sido bastante sobreprotector, ha inscrito a sus hijos a la escuela privada cerca del pueblo, a la misma a la que van los Potter. 

—Si, Regulus no tendrá problema, es casi tan listo como tú, Idonny.

—¿Bromeas? ¡Es brillante! —repone ella. 

Issy disimula una risita. Desde que les contaron a los hermanos, y solamente a los hermanos, que habían hecho para convencer a Orión de que necesitaban ayuda, Regulus y Idonny simpatizaron al instante. La pelirroja esta casi segura de que están saliendo, pero aún no le ha preguntado nada a su amiga. 

—De igual modo, —continúa la pelinegra— Sirius aún apesta en el inglés. 

—Para eso estoy yo.

Las chicas voltean al escuchar la voz de James, quien se encuentra recargado contra el marco de la puerta. El chico se acerca, saluda a Idonny con la mano, le revuelve el cabello a su hermanita y le deja a Calipso un beso en la mejilla. La sonrisa de Issy se agranda al igual que la de la castaña, Cal y James empezaron a salir en cuanto todo terminó. Orión no podía estar más contento. 

Sirius y James se volvieron amigos de una forma bastante extraña. Entre los dos se inventaron una especie de lenguaje (con ayuda de Cal y Remus) porque no se entendían bien entre si. Desde entonces están pegados a la cadera casi todo el tiempo, y James se ha comprometido a ayudar a Sirius en la escuela.

—Por cierto ¿Lo han visto? No estaba en su casa.

—Salió a dar una vuelta con su novio. Deja que mi hermano lo tenga por una vez , James —reclama la castaña en tono juguetón, pero todos sabemos que habla en serio. 

También les enseñaron a los hermanos Black a andar en bicicleta, Sirius y Regulus están encantados con la idea de poder ir a donde sea sobre ruedas, o quizá simplemente ante la idea de ir a donde sea. Cal prefiere correr, así que ella e Issy luego salen juntas. Remus aprovecha su experiencia (la cual supera por mucho a la de James) para luego irse a pasear con Sirius.

El moreno levanta las manos en un gesto de rendición. 

—Solo es curiosidad, de igual modo quedé con Reg en un rato. Pero quería pasar a saludarlas. 

—Pff... ¿Quién diría que en verdad tendríamos una vida normal después de todo? —comenta Cal a la ves que suspira aliviada— Me alegra tanto que no volveremos a ver a esa mujer. 

—Oh, créeme que a nosotros también.

Issy tampoco terminaba de creer que de hecho habían ganado, y que a sus amigos les esperaban muchos más años mejores de los que han tenido hasta ahora.



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