1. La huida

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Capítulo 1

Bella

— ¡Bella Brown baja ya ha hacer el desayuno que tengo hambre! —grita mi padre.

- ¡Ya vooooy!

Siempre tengo que hacer yo el desayuno porque como soy la mayor de mis hermanas, mi madre no esta en casa por las mañanas y mi padre... bueno, creo que él no ha tocado una sartén desde hace años.

Al final tengo que bajar porque mi padre no es un padre normal, no, ni mucho menos, el es especial y no en el lado bueno. No nos deja socializar con nadie y menos con chicos, no nos deja salir de casa (menos para hacer recados claro). Ni siquiera vamos al colegio. Bueno y también es un machista.

Una vez hice una amiga por internet llamada Layla. Hablábamos por chat a menudo y jugábamos a juegos, pero mi padre terminó enterándose, claramente, y estuve tres meses sin tocar ningún electrónico. Ahora mi padre no nos deja tocar el móvil sin pedirle permiso. Y para colmo mis hermanas me lo repiten cada día.

- Buenos días -digo con voz ronca.

- Ya era hora, Bella. Un día nos matas de hambre -contesta mi padre burlón.

Creo que se piensa que nos hace mucha gracia, pero, por lo menos a mi no me hace nada.

- Hola hermanita -saluda mi hermana pequeña.

- Si, hola -repite mi hermana mediana.

Mi hermana pequeña se llama Zoey y me llevo muy bien con ella a pesar de la diferencia de edad. Nos llevamos nueve años.

Mi hermana mediana se llama Deana, es más borde y pasa de todo, pero nos queremos y nos entendemos bastante bien.

- ¿Qué queréis para desayunar? -pregunto, pero ya sé lo que van a decir.

- Bella, cariño lo de siempre, ¿todavía no lo sabes? -contesta mi padre riendo. Odio su risa de asesino.

No soporto que me llamen cariño y si lo dice el, me daban ganas de tirarle una silla a la cabeza.

Preparo lo de siempre: tres huevos, dos vasos de colacao, un café, tres zumos y tres tostadas. Eso para ellos. Para mi unos cereales y una taza de leche. Paso de cocinar más todavía.

Desayunamos tranquilamente, sin hablar (cosa que agradezco mucho).

Cuando termino de desayunar me voy a mi habitación y me pongo unos vaqueros estrechos y una sudadera ancha.

Es fin de semana y no tengo mucho que hacer en casa, pero no puedo salir. Al final decido ir a preguntarle a mi padre si me deja el móvil cosa que dudo mucho, porque esta semana me ha estado regañando mucho.

- Emmm... papá, me podrías dejar el...

El me interrumpe —No, ya sabes que esta semana no te has portado muy bien.

- Pero si he hecho los desayunos todos los días, he hecho la compra con Zoey, he lavado los platos, he puesto tres lavadoras...

- Me da igual, señorita. A partir de ahora aprende a comportarte mejor y a hacerme más caso cuando te digo las cosas.

Suspiro y me voy a mi habitación.

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