Thana
Una vez muerto ya no importa nada, este es el lastre con el que cargan aquellos que perdieron el derecho a vivir. Los sentimientos desaparecen, las preocupaciones se borran con el tiempo y finalmente el ser cuya vida ha sido arrebatada se vuelve un alma vacía.
Thana no lo sabía, pero el día en que perdió a su familia ella se perdió con ellos. En ese momento llegó, el Ángel de la muerte Michael, quien se presentó de inmediato como un guardián. Ella no lo sabía, pero estaba a punto de enfrentarse a las siete tareas de la muerte.
El ángel se veía molesto y se recriminó el haber hecho mal y llegar tarde. Sin dejarla hablar el ángel invoca una ráfaga de viento que los hace desaparecer de la faz de la vida.
Al abrir los ojos se percató de que no era normal. No sabía dónde estaba, era brillante. Un lugar parecido a un tribunal con una silla grande en medio y en frente de esta se extendían cinco luces provenientes del suelo ¿o del techo?
—¿Hola? —Preguntó por si alguien aparecía.
Todo se alzó y un ente tomó asiento en la silla. De las luces misteriosas salieron cinco personas con apariencia deprimente y sombría.
Detrás de la tercera persona la cual estaba en medio se alzó un ente más bajo y aterrador. Con solo verlo se sentía un gran temor y un aura maldita emanaba de este, era un sujeto muy apuesto, un dios esculpido a la perfección y una sexy vestimenta. Sus ojos rojos podrían matar a cualquiera.
—Thana, ¿Sabes por qué estás aquí?
Ella no pudo decir nada por la impresión así que solo movió su cabeza en negación.
—Yo soy la muerte —siguió —, soy el encargado de recolectar las almas de aquellos que abandonan tu mundo. Cuando a alguien le llega la hora —estiró su mano y la extendió —, simplemente hago lo que me corresponde.
—Entiendo eso, no matas a nadie. Ellos se mueren y tú recoges las almas.
La muerte asintió.
—¿Estoy muerta?
—Si, pero no era tu hora aún.
—¿Qué fue lo que me pasó?
Los demás que estaban ahí comenzaron a hablar entre ellos al tiempo, no se entendía nada de lo que decían hasta que uno de ellos dejó su lugar, el mismo que la llevó hasta ahí.
—Hace mucho tiempo las siete tareas de la muerte fueron creadas para dar a aquellos que pierden su vida de manera injusta. —Dijo este sujeto —Soy Michael, el ángel de la muerte. Mi protegido Reinaldo ha caído y por ende mi prueba ha fracasado, además soy el culpable de la muerte de la joven presente y por ende aceptaré el castigo que se me decrete.
—Como él ha dicho —siguió la muerte—, él es el responsable. Su misión como ángel no solo ha fallado sino que ha interferido en la vida de una mortal a quien no le tocaba. Su castigo será perder su única atadura con la vida y desaparecer de este mundo para vivir solo en nuestros recuerdos.
Como se dijo, la muerte solo lo señaló hasta que este desapareció en el aire como si fuera polvo nada mas, lo mas sorpresivo es que ni siquiera grito o se defendió. Thana se sorprendió por este suceso, pero su cuerpo no reaccionó ante esta emoción.
—Ahora que haré contigo —siguió, refiriéndose a Thana.
—¿No puedes regresarme a la vida?
—Desafortunadamente para ti no puedo, sería arruinar la línea delgada entre este mundo y el otro, pero puedo hacer algo parecido. Hoy perdí un ángel, tú eres solo un alma que deambula entre el hilo denso entre la vida y la muerte. Solo existe una forma de cumplir esa petición.
—¿Es decir que...?
Thana ya sabia a donde iba, accedió aceptando su destino, el destino de volverse un ángel de la muerte para toda la vida.
Su transformación la convirtió en una especie de chica con un traje erótico de demonio y una expresión fría.
—Al estar muerta tienes limitantes, ahora te lo diré así. Un ángel debe proteger a su humano y ayudarlo a completar mis tareas. Cuando lo logres y solo entonces volverás a vivir y sentir. Ahora largo, no tienes un humano. Solo recoge el alma de las personas que se te asignan; las necesitarás para existir en este mundo.
Ella casi comprendió lo que pasó. Su corazón dolía, ella mantenía la esperanza de ver a su familia de nuevo en este mundo. Tenia que aceptar ese destino por un maldito error ahora siendo ella un ángel de la muerte.
—¿Cómo morí? —pregunto—, ¿Por qué no lloro si siento dolor?
—Al ver directamente un ángel de la muerte —dijo uno de los ahora cuatro ángeles—, mueres y tu alma es consumida por ti misma.
—Y al estar vacía prácticamente no siento nada.
Ella sabía lo que debía hacer.
Thana siguió con las órdenes conforme el tiempo pasaba, finalmente las tareas de la muerte para ella como guardiana empezaron. Sus posibilidades de volver a la vida llegaron.
Cada prueba, cada protegido y cada esperanza se desmoronó con el tiempo y sus sentimientos al estar muerta desaparecieron. Ya nada importaba, ella ya no veía esperanza en vivir. Ninguno de sus protegidos comprendió el valor de la vida que ella soñaba con poder volver a sentir, a disfrutar y amar el mundo que una vez la traicionó y le causó dolor. Ella se había vuelto una prisionera de sí misma en la maldita penumbra de negación.
Finalmente había oído sobre ella. Fuerte, comprensiva, incapaz de rendirse y a solo un empujón de verlo, su nombre era Kristal Pinto y su protectora eterna en las siete tareas de la muerte era Thana. Finalmente creer en ganar era posible de nuevo.
"No olviden que estas tareas no solo enseñan el valor de la vida. Enseña el valor de ser uno mismo y enfrentarla" La muerte siempre usaba esos complicados acertijos "La vida y la muerte son la segunda fuerza", "La vida y la muerte son uno mismo, pero mientras uno exista el otro no puede existir".
Thana lo sabía, esta vez era su oportunidad. No hay motivos para perder la luz de la esperanza.
ESTÁS LEYENDO
Siete Días con la muerte [FINALIZADA]
Short StoryA punto de acabar con su vida a causa de depresión, Kristal Pinto recibe una visita que cambiara su vida por completo. Thana no es una chica normal, ya que le enseñara a Kristal a valorar su vida y será su guardiana mientras encara las siete tareas...