Capítulo 9: Recuerdos Del Pasado

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Daniela Paguro junto a su esposo habían ido hacia el pueblo humano con la intención de encontrar a Luca y Alberto, después de todo ya habían pasado un día entero allá afuera y lo más probable es que ya hubieran regresado.

Daniela se había sentido nerviosa todo ese tiempo en el que su hijo había estado afuera. Sabía que él ya podría cuidarse sólo, pero aún así no quitaba el hecho de que para ella era sólo un pequeño, un bebé, su bebé.

—¡Massimo! —saludo entrando a la casa del pesquero.

—Daniela, Lorenzo.

—¿Ya están aquí? —preguntó la mujer mirando hacia todos lados, nerviosa.

—Tranquila, cariño —dijo Lorenzo con voz calmada—, ya deben de venir en camino. No te pongas histérica.

Daniela suspiro.

—¿Quieren un té en lo que esperamos? —propuso Massimo.

La pareja asintió de acuerdo.

(...)

—¡No, no, no! ¡Mamá va a matarme! —exclamó Luca nadando rápidamente con Gustavo y Alberto detrás de él.

Luca había estado charlando gran parte del camino con sus dos amigos que no se había dado cuenta del tiempo que llevaban allá afuera.

Sabía que su madre iba a estar muy preocupada.

—¡Luca! ¡Espera! —pidió Alberto con voz cansada.

Luca, por desgracia, ya iba demasiado lejos y no escucho a su amigo.

—¡Guau! —se detuvo Gustavo a lado de Alberto, ambos tratando de recuperar el aire—. Es más rápido de lo que creí.

Alberto ignoro olímpicamente al joven y siguió nadando tratando de alcanzar a su pequeño.

—Auch —se quejo Gustavo en burla ante la acción del chico—, creo que eres el primero que se atreve a ignorarme.

Alberto rodó los ojos cuando vio que Gustavo ya estaba nadando a la par de él.

—No entiendo porque me odias, no te he hecho nada malo.

—No confío en tí —respondió Alberto con simpleza—, es todo.

—¿No crees que te he dado las suficientes pruebas para saber que puedes confiar en mí? —preguntó Gustavo mirándolo ofendido.

El menor rodó los ojos.

—Alcancemos a Luca ¿quieres?

Ninguno de los dos volvió a hablar hasta que llegaron a la orilla de Portorosso, donde Luca los esperaba ansioso.

—¡¿Por qué tardaron tanto?! —preguntó Luca ya convertido en humano.

—No logramos alcanzarte —respondió Alberto saliendo del agua transformándose al instante.

Gustavo se tomó su tiempo, ya que tenía que esconder a la ballena en algún lado del agua.

Cuando salió tenía la vista de los dos amigos sobre él. Ambos sentían curiosidad (aunque Alberto no le gustará aceptarlo), de ver como era Gustavo en su forma humana.

Cuando había salido por completo del agua se sacudió observando con maravilla como sus escamas desaparecían dándole paso a la piel. Su cola desapareció y se convirtió por completo en humano.

Luca miró sorprendido al chico y Alberto fingió haber tosido para disimular la exclamacion de sorpresa que escapó de sus labios.

Gustavo tenía la piel morena, los ojos de un tono rosado, el cabello de color castaño oscuro que llevaba recogido en un coleta (así es, desde el mar ya llevaba algo sosteniendo su cabello), era alto, muy alto. Ambos amigos notaron que el ya parecía más adulto, su cuerpo lo ameritaba.

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora