Capítulo 2: Tango Per Favore

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Después de la gran bienvenida, juntos se dirigieron a la casa del pesquero para celebrar el regreso de ambos niños.

La comida pasó entre risas y comentarios sarcásticos de parte de Alberto.

—Entonces, hijo —hablo Daniela Paguro, la madre de Luca— ¿como es la escuela? ¿Te gustó?

Luca sonrío emocionado.

Había esperado desde que llegó para que alguien le preguntara sobre la escuela.

—¡Es fantástica! —exclamó felizmente— Hay un montón de niños, al principio fue difícil adaptarme, pero luego de mostrarle a la clase mi verdadera forma TODO el mundo quería ser mi amigo.

Todos rieron ante tal entusiasmo del jóven, todos menos Alberto, quien al haber escuchado la palabra "amigo" había fruncido el ceño y había hecho una mueca con su boca.

"¿Más amigos?"

No era que no se alegrará porque Luca sea querido en su escuela, le fascinaba pensar que en ese lugar lo aceptaban aún siendo un monstruo marino, pero eso no quitaba el hecho de que, cada vez que pensaba en un nuevo amigo de Luca, se oprimía su pecho y sus ánimos se iban hasta los suelos al pensar que quizás en algún momento su mejor amigo lo cambiará por alguien más divertido, más... humano.

Alberto frunció el seño.

¿Que era esa extraña sensación? La que oprimía su pecho, la que lo hacía hervir la sangre al pensar en alguien más junto a Luca, ¿qué era?

—¿Y tú, Alberto? —Luca lo trajo devuelta a la realidad— ¿que hiciste mientras yo no estaba?

Alberto tuvo que sonreír falsamente.

—Ayude a Massimo a pescar, enseñe a los niños de este pueblo a nadar como se debe.

—¿En serio lo hiciste? —preguntó Giunia con una sonrisa burlona en su rostro.

Alberto, lejos de ofenderse por el tono que uso la niña para la pregunta, sonrío con un aire presumido acomodándose en su silla y poniendo una voz más grave al contestar.

—Así es, como ustedes los humanos tienen una... extraña manera de nadar, se me ocurrió ayudarlos a que por lo menos sepan hacer eso bien.

—¿Y lo lograron? —preguntó Luca emocionado.

La sonrisa de Alberto se transformó en una mueca mientras rascaba su nuca, nervioso.

—Digamos que... Los humanos no nacieron para el agua.

—Algunos de los niños que entrenaban salieron corriendo después de la primera clase, gritando que su maestro era un completo chiflado —mencionó la abuela haciendo reír a todos los presentes, menos a Alberto, quien bufo frustrado cruzándose de brazos y fingiendo indignación.

(...)

Pasada la noche, el trío de amigos había decidido hacer una pijamada para recuperar el tiempo perdido, pasaron horas y horas conversando entre sí hasta, sin darse cuenta, caer en los brazos de morfeo como si hubieran sido noqueados por un boxeador profesional.

Luca, quien fue el primero en caer rendido, sintió como alguien lo sacudía levemente del hombro.

Abrió un ojo mientras bostezaba y noto unos grandes ojos esmeralda observarlo con emoción.

—¿Alberto? —dijo con voz adormilada.

El nombrado lo callo poniendo su dedo índice sobre sus labios y, susurrando le dijo:

—Vamos a fuera.

Luca frunció el ceño, pero no protesto cuando la mano de su mejor amigo tomó la suya y lo jalo hacia la ventana del cuarto de Giulia, arrastrándolo fuera de la casa y guiándolo hacía el agua.

Luca iba a protestar cuando ambos pararon y Alberto, sonriéndole de lado, se puso detrás de él, le guiño un ojo y lo empujó hasta que cayó al agua, mojándose completamente y convirtiéndose al momento.

Alberto se rio al ver como el chico abría los ojos al máximo y después lo miraba molesto.

Salto al agua y nado gritándole a Luca que lo siguiera.

El nombrado rodó los ojos, aunque no evitó que una sonrisa de lado bailará en su rostro hasta formarse para después seguirlo hacia la isla donde tenían su "guarida".

Ambos subieron a la torre riéndose de un chiste que contó Alberto.

—Tengo que mostrarte algo —hablo el mayor emocionado—, te encantará.

Alberto tomó algo de entre todo el chiquero del lugar y lo oculto detrás suyo.

—Primero; cierra los ojos.

Luca negó con la cabeza, más cerró los ojos tal y como Alberto le dijo.

—Ahora si, ábrelos.

Al abrirlos Luca sonrío emocionado antes de ocultar su boca con sus manos y mirara con sus ojos abiertos de par en par a su mejor amigo.

—¿Qué es? —preguntó curioso después de la reacción.

Alberto rio negando con la cabeza.

—Massimo me dijo que se llamaba disco y... adivina para que es.

Luca lo pensó unos momentos hasta que observó como Alberto ponía el disco sobre el extraño aparato que mantenía dentro suyo la voz de una cantante.

—¿Una nueva voz?

—¡Exacto! Bueno, algo así —respondió Alberto con una risa nerviosa—, esto se llama tocadiscos y este disco es el que reproduce la música en el.

Luca miró asombrado al extraño "tocadiscos"

—Y ¿cómo lo hace?

—No lo sé —respondió el chico mordiendo su labio inferior—, pero el punto es que esto es música. ¿Listo para oírla? —Luca asintió frenéticamente—. Massimo dijo que se llamaba; "Tango Per Favore".

Y la música sonó.

***

No es taaaan largo este capítulo, peeero pronto se vendrán las escenas que te harán suspirar de lo cursis que serán.

Quiero aclarar: no pienso sexualizar a los personajes, son niños, bueno Alberto es un adolescente, pero aún así siento innecesario agregar lemon a la historia, espero no les moleste ^w^

Y ya fuera de eso, gracias a las personas que decidieron quedarse a leer el fanfic, nunca había tenido tanto votos en un día :')

Al primer voto y comentario publicaré el tercer capítulo, promesa de dedito :3




Fanfic09Mich❤️

Tal vez... ¿te quiero? Luca y AlbertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora