Hace ya varias semanas que una loba de pelaje oscura bagaba sola por las interminables sendas que se formaban entre los árboles. Kira. La tristeza la asolaba. Había matado a su hermano, aunque fuera sin querer.
Desde entonces se había alojado en una cueva cerca de un arroyo, y se había quedado tumbada en una roca, hambrienta, pero el sentimiento de culpa que embargaba su mente la atacaba en todo momento y no le permitía hacer otra cosa que estar allí, maldiciendo su vida por lo bajo.
Y así durante interminables días con sus noches. Algunas veces lloraba, otra se insultaba así misma.
Pero el hambre de nuevo acechaba, y decidió que lo mejor para ella sería olvidarlo y buscar algo que llevarse a la boca. Se levantó entonces, con dificultad, ya que tenía las patas entumecidas de estar tanto tiempo allí.
Afuera nevaba un poco, por lo tanto no sería fácil encontrar alguna presa, pero ya se había comprometido.
Caminó olfateando en todo momento, y, por fin, captó el olor de una liebre que brincaba unos metros más allá. Corrió hacia ella. No fue fácil atraparla, ya que esta se movía con gran agilidad sobre la nieve. Pero en un momento la liebre dió un paso en falso y Kira pudo atraparla en sus fauces.
De pronto vió una silueta marrón tendida al lado de una piedra. Con suerte sería un ciervo que había muerto a causa del hambre o el frío. Se acercó cautelosamente hacia ella y la examinó con atención. No era un ciervo, era un lobo, una loba para ser exactos. Hasta aquel día nunca había visto aun lobo de color castaño, tan solo lobos grises y blancos y alguna escasa vez uno negro. Aquella loba se encontraba en un estado lamentable: estaba famélica y poseía algunas heridas en el cuerpo.
No la iba a dejar allí, pudriéndose, así que cargó con ella y la llevó hasta la cueva. La dejó en el suelo y se puso ha mirarla más detenidamente. Era una loba marrón, con algunas partes del cuerpo grises y doradas, y tenía unos ojos ambarinos. Su pelaje era bastante corto, lo que la hacía más delgada de lo que ya estaba. Estaba claro que no era un loba de aquella región.
Dejó la liebre tirada por el suelo de la cueva. Ahora tendría que dársela a la otra loba, que se encontraba en una situación mucho peor que la suya. Decidió, al menos, comerse un muslo. Y así lo hizo.
Pasaron 3 días, en los cuales Kira había conseguido cazar una liebre y curiosamente un búho, que lo había encontrado muerto por ahí. Mientras, la loba seguía durmiendo, inconsciente. Cuando Kira estaba pensando en intentar despertarla con agua fría, la loba abrió un ojo lentamente. Después el otro, pestañeando seguidamente.
Me miro fugazmente e intento levantarse, pero con un gemido volvió a tumbarse en la roca.
- No te levantes. Estás demasiado débil. - Murmuró Kira.
- ¿¿Qui-quien eres ....?? - Dijo ella con un hilo de voz.
- No te preocupes por mí. Ahora come algo. - Agarró la liebre y se la depositó al lado suya.
La loba comenzó a comer con ansia la liebre sin decir palabra. Kira aguardó a que terminara.
- ¿ Quieres más?
- Sí.
Siguió comiendo hasta terminar el búho y me miró.
- Lo siento, no tengo más. - Ella asintió y volvió a preguntar:
- ¿Quien eres?
- Debería ser yo la que te preguntase a ti. Estás en mis terrenos.
- Lo siento......- Bajó la cabeza. Estaba claro que era una loba sumisa. - So-soy Tara.
- Y que haces aquí, Tara?
- Yo-yo me escapé..... - Parecía que le costase recordar.
- ¿De quiénes?
- De los humanos. Ellos me capturaron y me encerraron en una jaula. La gente venía y sonreía cuando me veía, a veces aplaudían..... Pero yo no estaba cómoda allí, me tenían presa y era muy agobiante.
- ¿ Y como has logrado llegar hasta aquí?
- Pu-pues no lo recuerdo muy bien.... Tan sólo fuego y llamas...... - De pronto Kira sintió una espina en el corazón.- La puerta estaba abierta...., y escapé. Huí muy lejos y llegue hasta este lugar, pero yo no estoy acostumbrada a este tipo de clima y junto con el hambre me sumí en la inconsciencia.
- ¿De donde vienes, Tara?
- ¿Yo? De España, soy una loba ibérica. - Ahora todo cuadraba.
- ¿Y tu manada?
- No-no lo sé. Algunos murieron en las jaulas, otros por las llamas, los demás no estoy muy segura. ¿Y-y tú quien eres?
- Soy Kira. - Se tomó una pausa. - Y a partir de ahora te ayudaré a sobrevivir al frío y al hambre.
- Gra-gracias Kira. - Sus ojos brillaron, eran preciosos.
Le sonreí y ella me devolvió la sonrisa. Parece que al fin y al cabo no iba a estar confinada ha estar sola.
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En la piel del lobo Pausada
AdventureVive la historia de una manada de lobos que lucha por sobrevivir a las dificultades que poco a poco irán apareciendo