Parte 9

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El sonido de los autos en la avenida lejana llegaba hasta su habitación, había despertado a las 2:30 a.m. Hundido en el silencio sepulcral que su habitación le permitía se dedicó a observar el techo sumergido en sus pensamientos, las escenas de la noche anterior le perseguían sin cesar, no obstante ya no podía ni quería llorar por algo que sabía no iba a cambiar, la vida seguía siendo la misma, nada cambiaría, nada había cambiado, todo lo que tenía que hacer era resistir.

Pese a haberse mantenido despierto no pudo evitar llegar tarde a su primera clase, para ser honestos, no quería llegar, no cuando el alfa respetable y de buena apariencia que le había abusado la noche anterior estaría en el podio, actuando como toda un alfa ejemplar, no podía negar, la duda le carcomía, ¿cómo reaccionaría al verlo? ¿sentiría culpa? ¿se disculparía? ¡oh dios santo! Si sus padres lo vieran rogar por una disculpa, esperar un arrepentimiento que sabría nunca iba a llegar pero que él necesitaba, ¡demonios! ¡quería morir!, si él Doctor Platt supiera que pasó la noche entera deseando morir, creando escenarios que terminaban con él en un ataúd, ¿sentiría algo? O simplemente se reiría de él al saber que una disculpa era todo lo que necesitaba para continuar con su vida.

La muerte le resultaba muy tentadora, no obstante, sería una salida muy fácil, una que él no merecía, no después de haber asesinado a su abuela y a Haruki, se lo repetía una y otra vez, era lo que merecía, como si fuera un mantra, aunque, la realidad... no quería dejar de ver aquellos ojos cafés, saber que nunca volvería a sentir esa calidez que solo en sus brazos encontraba, aquella voz que le decía tanto y a la vez tan poco...era muy egoísta, lo sabía, pero no podía evitarlo, Ushijima le dio un lugar al cual pertenecer, le hizo sentir vivo.

Aun así, era su último semestre, el último en el que tendría que soportar esa mierda y se iría. La determinación desapareció al observar aquella espalda amplia cubierta de un saco que denotaba la importancia de la persona que lo portaba, se detuvo en seco, sintiendo el toque en su cuerpo, su piel quemar, podía sentir el miedo en su interior, el llanto en sus mejillas, podía jurar que se encontraba gritando, suplicando por ayuda, un golpe en su hombro propinado por un estudiante que se dirigía apresurado lo sacó de sus pensamientos, se había congelado en su lugar, aquella espalda se encontraba ahora dentro del aula, dispuesta a cerrar la puerta y dar por iniciada la clase, se apresuró pidiendo disculpas, empujando ligeramente aquella puerta, ante una resistencia que comenzaba a ceder, hasta el momento que su mirada se encontró con aquellos orbes origen de su tormento, entonces la resistencia aumentó, su mano comenzó a temblar, quería acurrucarse, la cara del profesor Platt se deformó al ver al pelirrojo, su mirada se intensificó, el agarre sobre la cerradura se hizo más fuerte notando sus nudillos blancos, el enojo retumbaba por sus poros, sus feromonas comenzaban a marear al omega frente a él, los alfas dentro del aula comenzaban a sentirse mareados, el alfa trataba de hacer una declaración indescifrable por todos, y entonces, un sonido sordo alertó al mayor, observando a Satori en el suelo con una herida en la cabeza que sangraba profusamente

-No pensé verlo postrarse tan rápido ante mí, joven Satori – la sonrisa de suficiencia y la actitud altanera a la que estaba acostumbrado hicieron acto de presencia, el deje burlón en su tono eclipsó por completo la mirada de preocupación que pasó desapercibida por el pelirrojo, quien se negaba a levantar la mirada – No está en condiciones de atender mi clase, retírese a la enfermería y no vuelva hasta resolver su problema, evite ser una carga más para el equipo de limpieza – soltó mientras observaba al omega con superioridad.

Lo último que escuchó fue el sonido de la puerta cerrarse, negándose a levantar la mirada, no fue hasta que sintió la sangre escurrir por su frente que entendió las palabras del alfa, soltó un suspiro y se dirigió a la enfermería, sería un día bastante largo.

DIE FOR MEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora