Estamos hechos de las pequeñas partes de las personas que amamos, pedazos de los seres que nos dejan marcas, de las que aprendemos, que nos hacen mejor y a veces nos lastiman.
Pequeñas piezas que nos completan a lo largo de la vida, pero a veces esa...
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Desde que era pequeño siempre fui comparado con mi hermano, "Deberías compórtate como tú hermano" "Se buen niño como tú hermano" bla, bla, bla no, no seré como el imbecil de mi hermano que su mayor diversión es leerse un libro.
Pero siempre haría cualquier cosa por mi hermano y eso hice a los trece cuando tuvimos que mudarnos por su salud mental, cuando tuve que poner en pausa la promesa de Cade para poder cuidar de mi hermano.
Paro aquí estaba casi seis años después dispuesto a cumplir esa promesa, cuidar de mi mejor amigo y es que Dean... era demasiado inocente para este mundo cruel.
Durante el almuerzo nos sentamos apartados como a él le gustaba, aún con las notas de mis padres en el almuerzo.
—Te vas ahogar —se burló mientras metía las patatas en mi boca.
—No estaría mal —señalé.
Dean me miró molesto, y claro cuando tú hermano mayor muere tan joven las bromas de morir no son tan divertidas.
—Lo siento —dije robandome su pudín— ponme al día, mis novias regresaron no es así.
—Si pero se fueron de intercambio este año —mencionó tratando de robarse mi pudín, un golpe en la mano y lo soltó.
—Que lástima, me encantaba ese trío —sonreí.
—Era raro —me recordó.
—Para ellas no para mí —asentí.
Dean negó volviendo a su comida, un mensaje me llegó, no hacía falta saber de quien eras.
"Se bueno bolita de odio, me saludas a mi chico"
—Mi hermano te manda saludos —bufé irritado, mis celos tal vez.
Una sonrisa se hizo en su carita.
—Dile que igual, y que espero verlo pronto... ah y que lo quiero —agregó feliz.
—Igual de ridiculos —afirmé escribiendo— pero bueno, pasemos a lo importante, Sofia dime todo de ella.
