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—Te faltan dos, ya has acabado con la mayoría del clan—Asentí sabiendo que no me vería.

—Lo sé, se me han acabado las ideas para los peores dos—Confesé—Tengo que aclarar mi mente antes de seguir.

—No te demores tanto, esta gente se mueve rápido y si te descuidas un segundo, ya se habrán mudado a Rusia—Bufé.

—Claro, sobre todo porque es un sueño dejar Nueva York por ir a Moscú.

—Moscú es bello, pero no se irían por comodidad, se irían por huir, no sólo tu vas detrás de esta gente—Asentí comprendiendo.

—Bien, me apuraré lo prometo—Respondí—Avísame si tengo que encargarme de alguno de los tuyos.

—Hasta ahorita todo bien, nadie me debe nada—Escuché del otro lado de la línea—Pero si algo surge, te lo hago saber.

—Bien—Dicho esto colgué guardando mi celular en mi bolsillo admirando el lugar.

Me encontraba en la azotea de unos de los edificios de Queens, ciertos pisos se encargaban de un periódico local, el dueño era amigo de Doc por lo que el le daba seguridad a cambio de que no publicaran el periódico alguna noticia que lo involucrará, lo sé, muy astuto.

La ventaja era que podía venir aquí cada que me plazca, aquí y a otros lugares donde Doc hacía lo mismo con los dueños, sus trueques y demás.

Pero ir a los lugares altos era mejor, la vista era buena y el aire arriba era más refrescante, de no ser por los odiosos cláxones de los autos, jamás me puedo librar de ellos.

Escuché como alguien llegaba al lugar, como si cayera del cielo lo que me sacó de mi trance de un salto del que juro que temí por mi vida, no quería caer de una altura tan alta.

Me giré a mis espaldas exaltada sacando mi arma apuntando a donde alcancé a ver al grandioso Spiderman de nuevo con su clásica pose de aterrizaje antes de levantarse completamente.

—¿Qué demonios haces aquí?—Exclamé frustrada.

—Dios no, ¿Otra vez tendré que quitarte el arma y pelearemos en el suelo hasta que me patees las bolas?—Bufé, sabía que no podría con sus telarañas, además tenía más cansancio que ganas de luchar.

—Para que me molesto—Contesté irónica bajando el arma lentamente y guardándola de nuevo en la parte trasera de mi pantalón—Como sea vas a salirte con la tuya.

—Me alegra que nos entendamos—Dijo él caminando hacia mi.

—¿Qué quieres?—Pregunté sentándome donde mismo, en un contenedor de un aire acondicionado me parece.

—Se supone que tendría que detener lo que haces—Respondió una vez que llegó junto a mi—O al menos persuadirte a dejar de hacerlo—Bufé.

—¿Qué edad tienes? ¿13?—Reí—Porque no se si sepas, pero no porque un extraño me diga lo que tengo que hacer voy a obedecer—Proseguí dandole obviedad a lo que yo decía.

—Tengo dieciséis—Mi sonrisa desapareció—Y si lo que haces es malo o puede meterte en prisión, claro que deberías considerar dejarlo.

—Mmm ya—Fingí estar en la misma sintonía—Y según tú... ¿Qué es lo que yo hago?—Descancé mis manos por detrás de mi espalda inclinándome hacia atrás un poco.

—Tráfico de armas—Afirmó seguro a lo que yo bufé.

—Si, claro—Contesté sarcásticamente—Ese trabajo es de débiles.

—¿Qué?—Preguntó confundido—Entonces, tu no...

—Me estaban dando las armas—Confesé sin preocuparme ningún segundo por el pacto de confidencialidad que acordé con Doc.

THE VILLAIN SIDE | Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora