Prólogo

221 26 22
                                    


Para quienes no tienen miedo de ser valientes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para quienes no tienen miedo de ser valientes.




¿Estaba sufriendo? No, solo dolía.

Me llamo Olivia, me presento, soy una más de la sociedad. Esa sociedad que se olvida de lo bello y lo que realmente importa y sí, me incluyo.

Se puede decir que soy una de esas personas que espera que le dediquen una canción de The Cure y me digan que cada palabra les recuerda a mí. También, soy aquella que prefiere hablar horas y horas con esa persona especial sin importarle cuánto tiempo pase, con tal de llegar a conocerla. Poder averiguar cómo funciona su mente y llegar a imaginar qué sucedería más adelante entre él y yo. Bueno, está bien...sueño mucho. Pero sin soñar, ¿qué sería de mí?

En estos tantos sueños, uno fue una percepción errónea de ese ser tan relevante, y es ahí cuando comenzó a doler. No ese dolor que sientes al golpearte o al hacerte una herida, si no que se siente como si bombardearan los sentimientos que están en el corazón. Y pareciera que ese daño es irreparable, ya que de todos modos vuelve al recuerdo y con el tiempo duele más.

A mis veinte años siento que he pasado por una gran cantidad de decepciones, pero la mayor de todas fue él, quien me hizo dudar más de que si el equilibrio existía. Ese equilibrio que te hace feliz.

No. No siempre todo fue de color gris, antes había un arcoíris. Esa etapa en que una mirada de esa persona especial hace nuestro día mejor e inventamos miles de planes a futuro y eso que ni siquiera cruzamos palabras. Luego está ese momento en que te das cuenta o crees que tienen miles de cosas en común. Seguido, viene esa etapa ridícula en que si no te logras despedir de ese alguien antes de dormir, no te puedes quedar tranquila. Esa etapa de los besos y muestras de amor que parecen ser recíprocas.

También, están esos momentos locos que hacen que quieras perder el control, porque simplemente solo importan ustedes dos en el universo. Están esos momentos en que solamente piensas en él y deseas que también él piense en ti cada segundo del día. Esperas que ansíe besarte, y que cuando se logren ver él te lo diga únicamente con sus besos, sin emitir alguna palabra. Y quieres poder sonreírle cuando te esté mirando y que la sonrisa más auténtica surja en su rostro, porque tú eres lo que realmente lo hace feliz.

Por último, está esa etapa donde piensas que ya no son dos individuos sino que sólo uno y tu mundo comienza a girar alrededor de él. Y es ahí, al alcanzar o, más bien, crees alcanzar el mayor punto de felicidad y alegría, cuando todo se viene abajo. 

Y no, no fuiste tú sino que fue culpa de él, al que le confiabas tu vida y secretos. Y después de ese momento de furia, rabia y tristeza, te culpas. Te culpas por haber confiado en él. Te culpas por haber confiado en el amor, te culpas por haber jurado que estabas destinada a estar con él. No es tan fácil de explicar. Antes que nada todo comenzó gracias a algo...Una sonrisa, una sonrisa que vino de él. Recuerdo que hablamos al conocernos por primera vez. Alto, cabello castaño oscuro, ojos miel y una sonrisa hermosa.

 Alto, cabello castaño oscuro, ojos miel y una sonrisa hermosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Olivia RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora