⚔️ IX: Einar ⚔️

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— ¡No! —exclamó preocupada la chica, deduciendo lo que vendría a continuación— ¡No, por favor, no! —gritaba. Pero fue callada por el cuchillo—. Por favor —suplicaba como podía en silencio, lagrimeando.

Drago tan solo ignoraba su voz, concentrando en una sola cosa.

Poco a poco se fue acercando al animal, pisoteando su alargado osico, pocisionando aquella espada sobre su pescuezo.

La Cortaleña ya tenía muy claro su destino, por ese mismo motivo no intento luchar ni un poco. Pero en cambio, su dueña intentaba convencer al futuro asesinó de que no derramará sangre.

— Por favor...no —una lágrima fría cayó por la mejilla de la jinete—. No...

Un silenció rotundo se escuchó en todo el lugar, luego de el filo de la espada traspasar por los órganos internos de la garganta de la dragona.

— ¡Nooo! —fue lo último que logró articular la joven. Desgarrada por dentro. Desprendiendo muchas más lágrimas que antes.

No podía creer lo que acaba de ocurrir frente a mis ojos. Sabía que el jefe era asesinó de dragones, pero no solo sucedió eso está vez...también acaban de destrozar una estrecha relación de amistad y cariño.

Usenla de alimento para el alfa —dijo Drago sin cambiar su expresión ni tono de voz. Tan malditamente natural.

Le entregó la espada a el guardia que al igual que todos los espectadores, presenció la escena.

Una lágrima se atrevió a salir, la cual sequé rápidamente.

— ¿Que hago con ella señor? —cuestionó el hombre que tenía a la pelinegra entre sus brazos, a la misma que en este momento le daba igual todo lo que sucedía a su alrededor.

El jefe pensó por un momento—. También usenla de alimento —concluyó a punto de marcharse.

« Claro que no »debia hacer algo.

Me reincorpore rápidamente y me dirigí donde el hombre lleno de cicatrices. Para reverenciarme ante el.

— Jefe Drago —me atreví a hablar, aún mirando el suelo—. Sugiero que...—debia articular bien mis palabras—...no se desperdicie a una persona capaz de servirte al igual que nosotros —levante la vista levemente, con temor de ser rechazado y castigado por subestimar sus decisiones—. Usted mismo dijo que le gustaba su espíritu.

El asesino quedó pensando nuevamente. Mientras mí cuerpo daba tembleques, y no de frío.

Segundos después...

— Bien —al escuchar aquello, mí rostro se volvió a iluminar—. Pero qué no coma por tres días, de esa forma aprenderá a comportarse —ordenó cruelmente—. Tu te encargarás de ella.

Botó toda la responsabilidad sobre mis hombros.

Al marcharse Drago Manodura, todos los demás prosiguieron con sus respectivas actividades, restandole importancia a lo que acababa de pasar.

La joven yacia en el suelo, soltada por el brusco guardia. Realmente se hallaba desconsolada, pues no se atrevía ni a levantar la cabeza para observar el cadáver. El mismo que estaba siendo trasladado.

Me acerque nuevamente. Para quedarme sentado junto a ella un momento, no sabía muy bien que hacer.

Una reacción repentina me sobresaltó. La de cabellera negra me había abrazado de pronto, colocando su cabeza en mí hombro. Raramente la rodeé con mis brazos, algo extrañado ya que esto no era rutinario por estos lados.

Cómo entrenar a tu Corazón || Hiccup y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora