⚔️ II: Cazadragones ⚔️

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Hiccup Haddock:

— ¿Qué te parece explorar un poco? —le hablé al furia nocturna, apuntando el nuevo lugar con mi cabeza.

El dió un giro emocionado. Estaba dispuesto a montarme nuevamente sobre el dragón colocando mi pie de metal sobre los cambios de cola, pero un rugido hizo detenerme.

Gire mi rostro enseguida al lugar proviniente del sonido, se trataba de Axila lamida, a varios kilómetros de distancia.

« ¿Qué rugido puede ser tan potente? »me cuestionaba, recordando con detalle a las especies de dragones, buscando la respuesta.

— Hola.

Me sobresalte, desplegando la cola reversible de Chimuelo sin querer. Estaba tan distraído que no había notado otra presencia a mi lado.

— Ah, Astrid —la nombre tranquilizadome del susto. Comenzando a guardar todos los materiales que había sacado anteriormente— ¿Que te trae por aquí? —le pregunté algo nervioso, pues si pensara en voz alta estaría en graves problemas.

— ¿No puedo venir a ver a mi novio? —cuestionó con una actitud perversa y divertida.

Confienso que... la joven rubia Hofferson, se había interesado en mi hace seis años promedio. Pero hace tan solo ocho meses decidí darle una oportunidad, tal vez está relación me ayudaría a olvidarla de una vez por todas.

Mi conciencia me dicta a cada momento, al ver a la chica enfrente mío, que usarla está mal.

Pero.... de igual forma, mis otros sentidos sienten algo de hipocresía de su parte.

— Claro, solo quería saber que estabas haciendo ya que pasaste por aquí —respondí, apunto de doblar el mapa desplegado.

— Ya sabes, ganando carreras de dragones —presumió, acomodándose el cabello hacia atrás. Se sentó en el suelo, donde me encontraba arrodillado, aplastando el mapa para impedirme que lo guardase— ¿Y tú?

La joven observó el gran pedazo de papel, poniéndome en una situación comprometedora como siempre.

Ladeó su cabeza— ¿Otra vez buscándola? —preguntó con su leve ceño fruncido.

— ¿A quién? —fingi sopresa y confusión.

— No te hagas Haddock —nombró mi apellido, pero en un tono más bizarro, disgustandome.

— No se a quien te refieres, solo estaba descubriendo nuevos lugares —me defendí aún con un tono tranquilo.

— Ajá, y estás cruces son de dragones desaparecidos de seguro —se refirió a unos símbolos que hacía al no hallar rastro de la chica perdida.

Mi expresión cambio a una de molestia.

— Lo sabía, no puedes mentirme —concluyó con la misma actitud que tenía yo.

Realmente, no soportaba a Astrid en algunas ocasiones.

— No entiendo por qué te molesta tanto —confesé, cediendo a qué sepa la verdad— ¿No eran mejores amigas? —contraataque.

Ella hizo una mueca de desagrado—. Tu lo dijiste, éramos —contestó recalcando aquella palabra, refiriéndose al pasado—. Todo se acabó, cuando me traicionó por la espalda.

Ya conocía perfectamente la historia que estaba por contar Hofferson, de pies a cabeza. La misma a la que no le hallaba mucho sentido.

Así que la detuve.

Cómo entrenar a tu Corazón || Hiccup y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora