Capítulo 7. De compras

190 24 119
                                    

Eclipsa caminaba junto a sus gatos en el centro comercial de la ciudad, era bastante común ver animales por ahí, los brujos debían estar siempre con sus familiares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eclipsa caminaba junto a sus gatos en el centro comercial de la ciudad, era bastante común ver animales por ahí, los brujos debían estar siempre con sus familiares.

Había reglas que exigían que, en lugares cerrados o espacios de comercio privado, como tiendas o restaurantes, los familiares mostrarán una especie de cédula que verificaba que efectivamente eran familiares. Punt y Leo tenían la suya, pero Alekei no.

No sería un problema si solo fueran a comprarle cosas a la veterinaria, pero ella quería llevarlo a más lugares, lamentablemente dentro del centro comercial cerrado no dejaban entrar mascotas.

El centro comercial tenía una parte interna y externa, en la externa los animales transitaban libremente, pero en la interna solo se permitía un familiar por brujo y debía ser suprimido para no dificultar la movilidad.

Así que el camino más simple fue dejar a Punt en casa, lo habría llevado, ya que es más tranquilo, pero Leo la podía delatar en cualquier momento, así que no tuvo de otra que llevarlo con ella.

Dos gatos con aspecto paranormal era algo irónicamente común de ver en ese lugar, una ciudad puramente de brujos.

Eclipsa se detuvo frente a una tienda de mascotas, estaba lejos de las demás, ya que los familiares eran territoriales y bravos, se podrían pelear con algún cachorro común.

La bruja tomó en sus brazos al gato negro, el cual pesaba bastante y era casi divertido ver cómo la pobre albina se las tenía que ingeniar para cargarlo.

Alekei le sonrió arrogante al gato rojo que parecía a punto de arder en ira, la última vez que a él lo cargó era cuando se había puesto enfermo, ¿Y a ese gato lo lleva porque si?, Se sentía traicionado y ofendido.

El gato negro se amoldó a su cuerpo, apoyando sus brazos y cabeza sobre su hombro y apegándose a ella.

Mierda, esa sudadera era gruesa, era verdad, pero, ¿Cómo carajo era posible que lo único que llevara debajo de ella fuera una camiseta pegada de tirantes?

Casi se le cayó la baba cuando la vio salir del baño con esa mini camiseta, en su interior estaba derritiéndose, tuvo que desaparecer por un rato, para darle espacio y también para masturbarse tranquilo pensando en esas enormes y bellas tetas.

Y ahí estaba nuevamente disfrutando del contacto de sus suaves pechos, tan lindos, tan suyos. Carajo era el gato más putamente afortunado del mundo.

Eclipsa entró a la tienda, su mirada viajo instintivamente a la sección de gatos, había ido muchas veces, demasiadas, ya todos la conocían allí.

-Hola, Eclipsa- una chica rubia la saludo del otro lado del mostrador, movió su vista al gato rojo -Hola a ti también, Leo- el gato maulló desinteresado.

-Hola, Dala- la saludo -Él es mi nuevo gato, le voy a comprar un par de cosas- la chica asintió.

-¿De dónde lo sacaste?, Es un gato bastante grande- mencionó viendo al gato negro que se mantenía abrazado a la albina.

BrujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora