Capítulo 10. Primera cita

158 19 57
                                    

Eclipsa estaba impaciente frente al parque mientras esperaba al hada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eclipsa estaba impaciente frente al parque mientras esperaba al hada. Había llevado una varita nueva* y su cuñada la había ayudado a elegir algo que la hiciera ver bien.

(Las varitas son una herramienta para el flujo de la magia, pero también hay diferentes tipos dependiendo del estilo o la ocasión, son como bolsos, pueden tener muchas decoraciones por fuera y seguir teniendo la misma utilidad)

No recordaba bien cuando fue su última cita, tampoco le importaba mucho, estaba nerviosa y revisando la hora a cada segundo.

¿A donde irían?, Tal vez a comer a algún lado, no había almorzado solo para llegar a la hora.

¿Por qué se tardaba tanto?.

Lo maldecía en su mente por llegar tarde cuando ella paso mucho tiempo arreglándose.

Justo entonces unos pasos rápidos se escucharon detrás de ella. Antes de que se diera cuenta, unos fuertes brazos envolvieron su cintura por detrás y la elevaron en el aire como si fuera una pequeña pluma.

-¡¡Brujita!!- el grito infantil del enorme hada tras ella la hizo sonrojar al punto de estar mareada.

Sintió como su corazón estaba a punto de salirse mientras pataleaba, claro que él era demasiado alto y sus brazos la sostenían firmemente, pero eso no evitaba que la gravedad jugará su propio papel e hiciera descansar sus pechos sobre el brazo moldeado del moreno.

-¡Alekei, bajame!- la cara de la albina se tornó roja, tanto que el contraste con su cabello era exagerado.

El moreno río mientras dejaba a su pareja en el suelo.

Alekei la observó por unos segundos, bajo su mirada.

"¿Las tetas no le dejan de crecer o que?"

Tal vez era por el tipo de sujetador que estaba usando, pero sus pechos se veían más grandes, al menos desde su punto de vista.

Había revisado un par de veces sus cajones de ropa interior, solo por curiosidad.

No era como si se hubiera puesto sus bragas en la cara ni nada.

Notó que tenía varios tipos de sujetadores, aunque eran todos iguales, excepto por un par de dibujitos y encaje, notaba la diferencia cuando se los ponía, sus tetas se veían diferentes cada vez, algunas veces más compactas, otras levantadas, redondas, moldeadas, deliciosas, follables.

Metió las manos en sus bolsillos de su pantalón y los empujó hacia adelante para intentar esconder su pene erecto.

Eclipsa seguía tan roja como un tomate, aunque tuvo la buena o mala suerte de no notar esa erección.

De otro modo habría parecido un volcán en plena erupción.

-Eres más liviana de lo que esperaba- ¿Acababa de llamarla gorda?.

BrujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora