Capítulo 15. Hermano perdido

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-No se para que lo seguimos buscando, ese idiota ya debe estar muerto- Aiden bebía de su jugo mientras que Dimitri intentaba desesperadamente encontrar algún pequeño rastro del olor de su hermano menor.

-Ve e intenta explicarle eso a nuestra madre- su voz ronca paralizó a un par de animales silvestres que los rodeaban.

-Mamá lo superará, nos tiene a nosotros- Aiden rodeo con su brazo los hombros de su hermano mayor, pero él no sonrió en lo absoluto, solo volteó los ojos y siguió su camino con su postura rígida.

No era un secreto que Alekei era el hijo favorito de la matriarca irlandesa, fue criado en una cuna de oro, lo mejor para el hijo más amado de su madre.

La duquesa Anastasia casi desfallecio cuando se enteró de los planes de su esposo hacia su hijo menor, por eso lo ayudo a escapar y también envío a su otro par de hijos a buscarlo como un par de perros.

"Si no nos asesina nuestro padre por ir en su contra, nuestra madre lo hará si no encontramos al mocoso de Alekei"

Para Dimitri era realmente una estupidez, su familia estaba dividida por culpa de ese mocoso y sus poderes, su padre intentaba tomarlo y exprimir su poder hasta dejarlo como una cáscara vacía, mientras que su madre lo adoraba tanto que era capaz de matar a su propio esposo para que el mocoso de ojos violetas siguiera sano y salvo.

Y todo esto, ¿Por qué?, Porque a un Dios olvidado y estúpido se le ocurrió dejar la inmortalidad y reencarnar en el niñito de mamá.

-Más le vale estar vivo a ese desgraciado, si piensa en morir siquiera lo voy a desmembrar- No necesitaba ver llorar a su pobre madre más de lo que ya lo había hecho.

-Conociendo a Alekei seguramente ya esté a seis metros bajo tierra abrazando alguno de sus comics para pervertidos- Ese niñato prefería morir antes de soltar sus preciados mangas y revistas estúpidas.

Ambos hermanos siguieron caminando por el bosque hasta que se acercaron a la frontera de una ciudad de brujos.

-No es buena idea seguir- Dimitri sabía que los brujos lunares eran territoriales, entrar en la ciudad sin un intermediario o invitación era una petición de arresto e interrogación, no necesitaba más problemas.

-Lo mismo digo, no quiero que algún enano de pelo platinado me interrogue como a un crimi... ¿Que haces?- Aiden se quedó perplejo al ver los ojos amatistas de su hermano tornarse completamente negros, incluida su esclerótica -Mierda- el hada prefirió hacerse a un lado cuando el moreno mayor corrió dentro de la ciudad como una bestia desbocada.

El hada de ojos turquesa solo pudo acariciar su cien rogando que no fuera a causar más destrozos.

Dimitri se adentro a una gran velocidad a la ciudad, aunque rodeándola sin ir directamente por en medio, sabía que había activado las alarmas, pero realmente no le importaba, lo que le importaba era más bien el dulce olor a canela y frambuesa que lo hacía volverse loco, con ganas de reventar algo, de destruir y devorar a una deliciosa presa.

Se detuvo en seco al ver a un joven de piel blanquecina, cabello castaño y esponjoso además de figura esbelta caminar hacia la entrada de una casa, seguido por una mujer con las mismas características, excepto por su piel morena y detrás un hombre albino.

Su visión se cerró y fijo en el brujo con rasgos árabes, se veía tan hermoso, tan comestible, tenía ganas de apresarlo, arrastrarlo hasta su nido, cerrar la puerta y hacerlo bailar contorneando sus hermosas caderas que se movían tan provocativamente cuando caminaba.

Su bestia despertó y así también su instinto, los pensamientos degenerados empezaron a surgir en su mente, pensamientos sobre cómo enterraria su miembro en ese bien formado trasero hasta hacerlo reventar, quería encerrarlo con llave en su nido, atarlo y joderlo hasta el último de sus días, no podía permitir que alguien pudiera ver a su presa, a su pareja.

BrujitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora