III

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Se encontraba en el jardín de la universidad consumiendo su tercer café del día para mantenerse despierto durante sus clases. Y es que la situación de anoche lo dejó atontado, mantenía un estado de letargo que le dificultaba realizar cualquier actividad escolar. No creía que fuese un sueño, es más, no fue un sueño. Él mismo vio el ventanal abierto de par en par y no cabía duda alguna de que había sido una persona.

Mientras daba el último sorbo de café vio como un chico alto, de gran contextura y de cabellos dorados, se acercaba a pasos inseguros y clavándole la mirada. Traía una caja de galletas de avena en una mano y una taza de té en la otra.

—¿Noche difícil? —Louis lo miró confundido—  Ah, perdona. Mi nombre es Adriano, ingresé este mes a la universidad. La verdad es que te estuve observando durante toda la hora y vi cómo te tomabas esos tres vasos de café que, hasta a mí, me sentaron mal—sacó tres galletas de la caja y se las extendió a Louis, haciendo un ademán para que las tome.

—Así que, Adriano... ¿me estuviste observando toda la hora, ujum? —adoptó un semblante burlesco a la par que se llevaba una galleta a la boca— Mucho gusto, soy Lou...

—Louis—dijo rápidamente interrumpiéndolo y sentándose a una distancia corta de él—, sé quién eres. Me lo dijo tu compañero, el rubio de allá—señaló al chico sonriente que se encontraba en la otra punta del jardín.

—Se llama Niall. Bien, Adriano. No quiero ser impertinente, pero, ¿qué es exactamente lo que buscas de mí? No me creo que te hayan sensibilizado los tres cafés que me viste tomar.

Adriano se quedó sin reaccionar hasta que Louis inclinó la cabeza hacia un lado esperando una respuesta.

—Bueno, Louis, eres bastante directo—dijo y se acercó aún más, quedando tan solo a unos pocos centímetros—. Vine porque me atraes bastante, me resultas interesante. Quería pedirte que salieras conmigo, ya sabes, conocernos—sonrió mientras bajaba la mirada hacia los labios de Louis.

Louis respondió con una sonrisa ladina y agregó: —Me encantaría seguir esta conversación más tarde—se inclinó hacia Adriano, depositando un beso en una de sus mejillas—. Adiós, Adriano, tengo que irme a clases—levantándose del asiento y dirigiéndose a los interiores de la institución, dejando al chico con una sonrisa de oreja a oreja.


֎֎֎


Para su suerte, el profesor de su última clase no se había presentado a la institución, por lo que solo le quedaba el descanso y una clase de cuarenta minutos. Para su suerte, o; para su mala suerte. Estaba bastante nervioso por volver a su casa después de lo ocurrido anoche, temía pasar otra noche en vela por culpa de lo que sea que se presentó ante él.

Cansado de su preocupación constante, decidió que lo mejor sería ir a pasar el descanso con Gigi, quizás le contagiaría un poco de ese estoicismo tan admirable que la chica tenía. Así que, a paso ligero, caminó por los pasillos hasta llegar a uno que conectaba con una escalera, allí la hallaría.

Normalmente la muchacha pasaba los descansos en la escalera al final del pasillo para evitar estar con tantas personas en los jardines o patios de comida de la universidad. Podía estar leyendo libros o charlando con personas. En este caso, se veía en un acalorado debate con un chico corpulento y de pelo marrón.

—Hey, Lou—habló Gigi—. Ven, siéntate con nosotros. Éste es mi nuevo amigo; Liam, un chico con argumentos bastante interesantes, por cierto.

—¿Qué tal, Liam? Un gusto conocerte, me llamo Louis—acercó su mano hacia Liam, quien la tomó y como acto seguido las estrecharon. Concluyeron la acción con una sonrisa cordial.

ᴱⁿʲᵒʸ ᵀʰᵉ ˢⁱˡᵉⁿᶜᵉ » ˡᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora