VI

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Una mañana de invierno en la ciudad de Londres; el viento álgido golpeaba con una fuerza incesante el ventanal del salón.

Reposaba cómodo bebiendo un poco de té, absorto por el sonido de la leña crispando en la chimenea que lo incitaba a reflexionar: estado que se vio interrumpido cuando su teléfono móvil comenzó a vibrar y, en su pantalla, siendo visible el número de su compañero de trabajo. Éste se comunicaba para informarle sobre un caso poco usual que estaba ocurriendo en Castelluccio, Italia; en el que, con gusto, accedió a involucrarse.

Comúnmente se enfocaba en los resolver casos complicados y que requerían de mucho ingenio. Por supuesto, la mayor proporción de éstos eran resueltos con éxito; lo que lo hacía tener una excelente reputación como detective en la ciudad.

En los últimos años estuvo trabajando en la investigación de diversos casos, desde infidelidades entre familias multimillonarias, hasta los asesinatos más crueles imaginables. Aunque, actualmente estaba bastante selectivo a causa de unos acontecimientos atroces realmente increíbles, y estos, ejercidos por vampiros.

Los asuntos de estas criaturas eran interminables, nunca se dejaba de investigar sobre ellas y el misterio que traían con su entera existencia, y él se había dedicado a observar minuciosamente los movimientos de cada uno de ellos, de cada grupo familiar perjudicial para la vida en sociedad.

Uno de ellos era la familia Styles, cuyas generaciones cometían los crímenes más salvajes del continente, y se fugaban elegantemente sin dejar ni rastro que los incriminase.

Hablamos de una familia un tanto peculiar, nada tenían que ver con las demás, exceptuando los conflictos que se armaban entre ellas. Diferenciándose; sus integrantes participaban activamente en homicidios continuos que aterrorizaban cada día a los ciudadanos de la ciudad.

Al habérsele comunicado el caso peculiar de Castelluccio, sintió intuitivamente que debía intervenir inmediatamente y no como un capricho por reconocimiento, sino que, la pasión y el deseo persistente de averiguar lo que había debajo de la superficie golpeaba brutalmente su pecho lo estimulaba a poner un punto final en cada trabajo iniciado.

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Una vez recibió los detalles del caso, supo que se trataba de un accidente automovilístico entre un camión de carga cuyo conductor se encontraba bajo los efectos una intoxicación por thinner lo que llevó a impactar su vehículo en uno de los laterales de una Ford Ranger la cual sus piezas terminaron esparcidas por toda la autopista. En conclusión: no existía posibilidad de sobrevivientes de pasajeros en la camioneta, mínimamente el conductor debería haber quedado en un estado crítico debido al impacto y al vuelco de la misma, sabiendo a la velocidad a la que iban los dos automóviles.

Ahora, estos tipos de accidentes eran muy comunes en las noches de los fines de semana. Lo que no era común, y que, por eso aceptó la investigación del referido caso, era que no había rastros de conductor o pasajeros en la Ford Ranger. Incluso las personas que se acercaron a auxiliar se sorprendieron al notar la ausencia de personas dentro del vehículo.

Aprovechó las horas de viaje para planificar en qué lugares iría recolectando información valiosa que lo ayudarían a introducirse en el caso.

Una vez en el aeropuerto de Castelluccio emprendió un nuevo trayecto hacia el domicilio del propietario de la camioneta, excitado por la incertidumbre de saber con qué se toparía. Su mente; atiborrada de preguntas.

Divisó una casa de dos pisos con aspecto antiguo y elegante en medio de abundantes sauces a una distancia relativamente corta. Amplios ventanales en la parte superior, a diferencia de la parte inferior, donde había escasas ventanas cubiertas también con cortinas oscuras con detalles apenas visibles. Una puerta de madera de maciza a la que golpeó tres veces y esperó atento a que alguien se removiera detrás de ella.

ᴱⁿʲᵒʸ ᵀʰᵉ ˢⁱˡᵉⁿᶜᵉ » ˡᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora