Gardenias (TinCan)

III: Cerúleo

Can era conocido en su facultad por ser una persona comprensiva y empática, tal vez hasta competitivo. Y en realidad era muy comprensivo, más de lo necesario en algunas ocasiones.

Y eso estaba bien, eso le encantaba, porque era una de las cualidades que Tin más amaba de él.

Justamente por eso entendía que a sus 24 años Tin fuera un adulto con necesidades.

¿Pero esas necesidades no se abastecen en una sola noche? ¡Can entendía que fuera un poco hormonal! Pero también pedía comprensión para su pobre y usado cuerpo.

Habían pasado gran parte de la noche haciendo el amor, y no es que Can no lo disfrutara, al contrario, él amaba como se ponía Tin a la hora del sexo, como parecían conectar de forma correcta y adecuada.

Como dos piezas de un rompecabezas que encajaban a la perfección.

Pero tenía sus muslos doloridos, al igual que su dilatada entrada, le dolían los brazos al moverlos y ni hablar de su cuello. Tal vez ellos eran un poco rudos a la hora del sexo, pero ambos lo disfrutaban y estaba más que bien.

Ahora teníendo a Tin restregando su erección en sus muslos mientras él fingía estar dormido, creyendo que así quizá su amadísimo novio se detendría, estaba cuestionándose si debían para un tiempo con el sexo.

‘’Sé que estás despierto’’ Tin susurró en su oído con su voz ronca producto del sueño. Sus manos pronto empezaron a acariciar sus piernas apretando en los lugares que estaba seguro tenía algunas marcas de la noche anterior.

‘’¿Có-Cómo lo supiste?’’ Can jadeó con fuerza cuando los fríos dedos de Tin acariciaron superficialmente la entrada de su ano. Hizo un lado su cabeza para morder la almohada y ahogar los sonidos vergonzosos de su boca.

‘’No te ves tan bonito durmiendo’’ respondió el castaño, divertido por el sonido de indignación que Can soltó.

‘’Deja de jugar conmig- ahg, conmigo’’ Can hizo una pequeña pelea contra las manos de Tin, vagamente trataba de apartarlo para que dejara de tocarlo.

Pero Tin sabía que Can solo jugaba.

Tin acomodó su cuerpo de forma que parecía que estaba haciendo la pose de cucharita con Can, permitiéndo así besar las marcas de sus dedos en el cuello del pelinegro, disfrutando de los sonidos que Can se empeñaba en ocultar. Paseó sus manos por el desnudo cuerpo de su novio hasta que su mano derecha se colocó en la base del tronco del pene erecto de Can, sacándole un gemido fuerte y claro.

‘’Dios, Tin, por favor’’ rogó Can mientras empujaba su trasero contra la pelvis de Tin.

‘’¿Lo quieres?’’ Can asintió en respuesta, desesperado por saciar el descontrolado placer que Tin le hacía sentir en su sensible cuerpo. ‘’Sabes como pedirlo’’ Tin le dio una lamida desde la base de su cuello hasta la parte trasera de su oreja.

‘’Quiero tu polla, la quiero dentro, por favor, no me hagas rogar más’’ Can chilló con fuerza cuando Tin empezó a mover la mano que tenía puesta en su pene, haciendo un movimiento demasiado lento y torturador.

El cuerpo de Can era pequeño, curvilíneo, lindo, delicado y suave. Su contextura pequeña y delgada hacía las cosas fáciles para Tin a la hora del sexo, se permitía manipularlo a su antojo porque sabía que a Can le gustaba ser sometido cuando estaban en un ambiente así de íntimo.

Tin movió sus manos hasta que tuvo una de las piernas de Can levantadas sobre su brazo y tenía la otra mano presionando en su cuello.

Can arañó el brazo de Tin que se encontraba alzando su pierna cuando sintió su pene entrar en el anillo de músculos, quiso gemir pero terminó ahogándose por la falta de aire. Tin estaba presionando su cuello justo donde debía para dejarlo sin aire y desmayarlo sin matarlo.