Gardenias (TinCan)

Capítulo VII: Abrumados

Cuando Can despertó a la mañana siguiente lo hizo por unos sonidos extraños que resonaban en la casa.

Y se le hizo extraño porque los padres de Tin iban a trabajar muy temprano en las mañanas. Rara vez se quedaban.

Frotó sus ojos con sus manos antes de girar sobre su propio eje y quedar acostado sobre su estómago y mirar a su novio. Estaba inquieto, a pesar de tener la puerta cerrada con pestillo no podía evitar pensar que quien sea que se encontrara fuera entraría en cualquier momento.

Tin descansaba tan feliz e inocentemente que por un momento tuvo algo de pena por despertarlo, pero nuevamente resonó algo con tanta fuerza como si lo hubieran hecho caer. Asustado llevó su mano hasta la nariz de Tin y apretó justo para impedirle respirar.

Funcionó. Ya que Tin no tardó más de un minuto en despertar algo asustado.

"¿Qué pasa?" preguntó ante la clara mueca asustada de Can.

"Hay alguien abajo" y como una obra del destino se escuchó como alguien se quejó tan fuerte seguido de algo romperse.

"Oh, mierda" Tin se encogió en su lugar.

"¿Qué-? ¡Levántate y ve a ver!" siseo Can.

"Ay no, que miedo. ¿Y si vamos los dos?"

"¡Tin!" chilló golpeando su pecho. "¡Ve!" fingió lloriquear y al tener sus ojos ya hinchados su teatro se hizo más creíble.

"Está bien, sólo no llores" Tin besó castamente los labios de Can antes de levantarse a toda prisa y salir de la habitación.

Cuando Tin cerró la puerta detrás de él fue cuando Can se arrepintió de haberse quedado solo. ¿Qué pasaría si la persona que había entrado era un asesino y mataba a su novio y luego lo mataba a él?

Cuando se completaron los diez minutos Can juntó el valor suficiente para levantarse de la cama, más que todo preocupado y asustado. ¿Dónde diablos se había metido Tin?

Sos tuvo un bate que Tin había usado en su niñez pero que conservaba por cariño al objeto. Estaba agradecido por aquello, ya que le permitía tener algo con que defenderse.

Can pensaba darle un susto a quien sea que se encontrara dentro de la casa.

A medida que bajaba las escaleras se hacían más nítidas las voces que parecían provenir de la cocina. Rápidamente reconoció la voz de Tin y la de una mujer.

Confundido dejó caer el bate y apresuró su paso hasta la cocina. Se encontró con una imagen algo confusa.

Una muchacha que debería ser su menor con algunos años se encontraba un poco (demasiado) cerca de su novio, mientras Tin trataba de poner distancia entre ambos cuerpos. Tin parecía incómodo.

‘’¿Y tú quién eres?’’ preguntó la chica, sin molestarse en ocultar la molestia en su voz y su cara de desagrado.

‘’Es mi novio’’ intervino Tin, suspirando ante la presencia de Can. Como si él fuera un  salvador.

‘’¿No era broma?’’

‘’¿Quieres explicarme qué está sucediendo?’’ preguntó Can de manera tosca, molesto con la presencia de la chica y la forma en cómo se dirigía a él.

‘’Soy la novia de Tin, he venido a visitarlo’’ así fue como lo que pretendía ser una mañana tranquila se convirtió en otra cosa.

Can se tensó y Tin también, por motivos diferentes.

‘’Eso no es verdad’’ Tin empujó a la desconocida importandole muy poco sus modales, su prioridad era Can y aclarar las cosas para que el más bajo dejara de mirarlo de esa forma, como si lo hubiera traicionado. Y las cosas eran totalmente diferentes.