Capítulo VI: Momentos Amargos de Realidad

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Can despertó muy tarde a la mañana siguiente, se extrañó al no ser interrumpido por sus padres. Normalmente ninguno de los dos le dejaban dormir hasta pasadas las nueve.

Bajó a la cocina donde se encontró con sus padres almorzando ya.

''Creí que nunca despertarías'' le reprendió su madre.

''Dormí un poco tarde anoche'' se excuso, omitiendo prácticamente todo lo que había hecho en la noche.

Tin lo había traído a su casa casi a las tres de la mañana; sus padres ya estaban en la casa pero aún así se sentía tranquilo, había cerrado la puerta de su cuarto por lo que sus padres no entrarían y creerían que él estaba ahí adentro. Fue bastante suertudo al no ser descubierto por sus padres.

''Espero que hayas descansado bien. Nos acompañarás a una reunión esta noche'' avisó su padre.

Can no dijo nada, no había forma alguna de librarse. Si sus padres querían que los acompañara, él debía hacerlo sin rechistar. Sus padres no eran tolerantes a las contradicciones. Can ni siquiera podía refutar en contra de ellos no sin que le levantaran la mano primero.

Pero esa noche, el vaso se llenó.

[G A R D E N I A S]

A las siete en punto de la noche, Can se encontraba en el auto de sus padres camino a la dichosa reunión. Vestido de manera bastante simple para el gusto de su madre.

Cuando llegaron al lugar, Can pudo deducir dos cosas: sus padres se irían de viaje pronto y la persona que vivía ahí era bastante rica.

La casa era de tres pisos, con paredes de color plomo y ventanales amplios, un jardín muy bien cuidado y una entrada ostentosa y cara.

''No nos hagas quedar mal'' advirtió su madre antes de entrar en la lujosa casa.

Por dentro era aún peor. Muebles de madera, adornos de cerámica blanca y pinturas que parecían bastante caras. Lo extraño es que no había ninguna fotografía de los dueños de la casa o de alguien; se veían puros adornos.

A Can no le gustó aquella casa. Prefería mil veces la casa de Tin. Que sí, podía ser más pequeña, sin tantos adornos y sin presumir tanto dinero, pero se veía y se sentía sin duda más hogareño que aquella gran casona.

''¡Anong, que gusto tenerte aquí!'' Un hombre bien vestido apareció por las escaleras de la casa, seguido por una mujer y una chica que parecía ser menor que Can.

''Kamon'' saludó su madre, con una sonrisa muy ensayada.

Y pasó lo de siempre. Se presentaron, los invitaron a pasar a la sala, les ofrecieron algo para beber y sus padres prefirieron vino. Ambas familias fingieron amabilidad y comodidad.

Can se comportó tal y como le pidió su madre. Respondió lo que debía, no dió demasiada información suya y se mantuvo callado y aburrido. Observando fijamente cada objeto de valor en esa sala, sus sofás eran incómodos y se sentía un ambiente muy pesado.

''¿Por qué no vas con Kulap, Can?'' su madre le habló de repente, trayéndolo a la realidad.

''¿Disculpa?'' preguntó. Si, no había prestado atención alguna a la conversación de sus padres. La mirada molesta de su madre le avisó que estaba en problemas.

''Que acompañes a Kulap al jardín, Can'' repitió su madre, fingiendo que se lo estaba sugiriendo pero Can sabía que era una orden.

''Claro'' Can se levantó y le sonrió a la chica.

Ella era bonita, su piel blanca y tersa adornada por joyería, su cabello café recogido en un moño, sus grandes ojos saltones de color café estaban maquillados con mucho disimulo. Su figura siendo resaltada por ese bonito vestido color rojo.

Gardenias (TinCan) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora