La academia

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Gaara se tumbó en su lado de la cama, contemplando en silencio a la mujer rubia junto a él dormir pacíficamente. Esto se había convertido en su nueva rutina, dormirse con Ino significaba despertarse antes que ella, y le encantaba observarla durante esas pocas horas cuando ella era toda suya. Por supuesto, él tenía trabajo que debería estar haciendo, y lo hacía... a veces.

La verdad sea dicha, Gaara no había estado tan pendiente de sus funciones como Kazekage últimamente. Antes de conocer a Ino, su responsabilidad con la aldea había sido todo para lo que Gaara vivía, y ya no era más el caso. Así que ahora tenía a otros que le ayudaban a revisar documentos y procesar el papeleo. Había contratado a varias personas y puesto a cargo de supervisar diferentes aspectos de la aldea; irónicamente, la villa iba mejor que nunca. De acuerdo, tal vez no era realmente una ironía, pero así se lo parecía a él. Todo el tiempo que había pasado preocupándose de la aldea, y resultaba ir mejor sin él, gran sorpresa. Quizás era por eso que había sido tan reacio a delegar su autoridad antes, el conocimiento de que Sunagakure estaría bien sin él le habría dejado con absolutamente nada. Ahora la idea le llenaba de una especie de alegría satisfecha, porque otra vez, ahora la tenía a ella.

Fue entonces que Ino comenzó a desperezarse lentamente en su vigilia, a su lado. Cada mañana era el mismo. Ella se despertaría, y lo primero que haría sería mirar para asegurarse de que Gaara todavía estaba a su lado. La visión de él contemplándola con una mirada de ternura en sus ojos la hacía sonreír, y el hecho de que su presencia la hiciera feliz era todo lo que Gaara quería saber. Esta mañana no fue diferente.

- Hola - dijo ella adormilada, todavía sonriéndole.

- Hola - dijo él, en tanto alcanzaba con su mano un cabello suyo para apartarlo de su cara - ¿Estás lista para hoy?

- ¿Hmm? - suspiró ella, recostando la mejilla en su mano.

Ahora eso realmente no estaba ayudando. Había algo que Gaara quería por un rato ya, pero no había estado seguro de cómo llevarlo a cabo. Hablaría con Kankuro (quien podía ser definitivamente el que supiera, más que cualquier otra cosa, cómo tener a una mujer en la cama) y decidió que esa noche la llevaría fuera para una cena de celebración, y vería cómo iban las cosas. Por supuesto, él realmente no estaba seguro del todo de cómo Ino se sentiría acerca de ello, pero momentos como éste le hacían anhelarla más de lo que ella podía posiblemente comenzar a imaginar.

- Para la academia - le aclaró, no queriendo terminar el momento, pero sabiendo que debía.

Ino se congeló. Durante los dos últimos meses había estado recibiendo formación, y hoy era el día en que finalmente conocería su clase y comenzaría su carrera como instructora de la academia.

- ¿Por qué no me despertaste? - chilló a su marido, antes de saltar de la cama y correr frenéticamente alrededor de la habitación.

Gaara la observó con una expresión perpleja, antes de que desapareciera en el baño para ducharse y cambiarse. Su esposa realmente era muy entretenida. Afortunadamente, él había previsto su reacción, y se había duchado antes de que despertase. Descendió plácidamente las escaleras. Había decidido esta mañana mientras la miraba dormir que iba a hacerle el desayuno. Después de todo, ella se lo hacía a él todo el tiempo, y realmente, no parecía tan complicado.

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Ino emergió de la ducha vestida y lista para afrontar cualquier cosa que el día le presentase... al menos, eso fue lo que pensó hasta que olió el humo. Saliendo precipitadamente del dormitorio y bajando las escaleras a la cocina, fue saludada con copiosas cantidades de humo y una mirada de pánico en Gaara, quien estaba abanicando frenéticamente lo que sea que estuviera en el horno. Apresurándose a través de la cocina (y tosiendo en el camino) Ino cogió la sartén de manos de Gaara y la llevó al fregadero. Unos pocos minutos corriendo bajo agua fría, y el humo se detuvo. La ventana que le había indicado abrir a Gaara proporcionó una ruta de escape para el humo, por lo que la estancia se había mayoritariamente despejado. Con recelo, le echó un ojo al desastre empapado y negro del fregadero, e Ino trató de identificar su estado previo. Fue en vano.

UN ASUNTO DE ESTADO ( Terminada ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora